Entrevista al rector de los seminarios menor y mayor de Sevilla

«Aconsejo a los seminaristas que nunca pierdan la alegría de la primera llamada»

El mes de marzo es el mes de la campaña vocacional, el mes del Seminario, y en la diócesis de Sevilla el primer acto llamativo de esta campaña es la jornada de puertas abiertas del Seminario Mayor, la tarde del 6 de marzo. Antero Pascual Rodríguez (Madrid, 1965) tiene la responsabilidad de dirigir los Seminarios Mayor y Menor, siguiendo las directrices del arzobispo, que ha situado la pastoral vocacional como una de las prioridades de la Archidiócesis.

(Arch. Sevilla/InfoCatólica) Tras formarse durante seis años para ser presbítero, el padre Antero Pascual Rodríguez ha tenido varios cometidos en el Seminario, como formador, director espiritual y delegado de Pastoral Vocacional. En la actualidad tiene bajo su tutela a 42 seminaristas en el Mayor y ocho en el Menor.

-Los sacerdotes cuentan que todo empezó cuando Dios ‘los llamó’ ¿Cómo es esa llamada?

Ciertamente, el proceso comienza por una llamada de Dios que el joven va descubriendo en su vida. Se traduce en una vocación y se expresa en el sacerdocio, que es un modo concreto de servir a Dios.

-¿Hay alguna forma de ayudar a ese hombre que se siente llamado?

En esta situación lo normal es que se ponga en contacto con su párroco, y él es quien lleva a cabo la primera tarea del discernimiento. Además, en el Seminario organizamos encuentros vocacionales donde se disciernen los valores humanos que puedan llevarle a desarrollar la vocación sacerdotal, vemos cómo se va construyendo espiritualmente, su participación sacramental en la Iglesia, su afán misionero y evangelizador por transformar el mundo y ser testigo de Dios, etc. Vistos esos componentes, como en el Seminario se realizan estudios superiores, también se tiene en cuenta la base intelectual a la hora de afrontar su planteamiento vocacional.

-¿Necesita el seminarista tener al lado a gente que siente como él?

En el Seminario les ayudamos, animándolos, incentivándolos y favoreciendo ese proceso que están viviendo con el acompañamiento. Nosotros podemos ofrecerles herramientas para discernir, crecer y madurar en su vocación.

-¿Cómo presentáis la vocación al sacerdocio ministerial a los jóvenes?

Como una llamada de Dios que consiste en configurarse con Cristo, para ser con Él sacerdote y pastor.

-¿Qué mueve por dentro a los jóvenes de nuestro tiempo a decir ‘sí’ al Señor?

Primero, la insatisfacción que puedan sentir en su propia vida y su propia existencia como cristianos y, en segundo lugar, lo más importante, haberse encontrado con Jesucristo, porque es Dios quien llena su vida y le da sentido.

-¿Hay un nuevo perfil del candidato al sacerdocio?

El perfil oscila. Hoy podemos decir que las personas que llegan al Seminario han realizado un proceso de discernimiento durante algunos años, han tenido alguna actividad pastoral en su parroquia e intelectualmente han tenido algún proceso cercano a la universidad. Son personas que han tenido una experiencia de vida espiritual más prolongada que las personas que venían al Seminario hace unos años.

-¿Cómo están influyendo las enseñanzas del Papa en el plan de formación del Seminario? ¿Habrá un antes y un después de Francisco?

Evidentemente las enseñanzas de Papa, sea el Papa que sea, influyen en el Seminario. Los criterios del Seminario vienen fijados por los criterios del arzobispo, que es el último responsable de la formación, y esos criterios están en consonancia con el magisterio universal y con el magisterio del Papa Francisco. Hay una continuidad en la formación del Seminario y pondremos de manifiesto los aspectos que el Papa Francisco señala: la urgencia por la evangelización, la urgencia por la misión de la Iglesia, etc.

-El viernes 6 de marzo se celebra la jornada de puertas abiertas ¿Con qué objetivo?

Es un día para conocer el Seminario en su proceso normal. Se trata de visitar el lugar donde viven los seminaristas, descubrir lo que hacen y presentar la vocación al sacerdocio como una llamada que es signo de alegría y servicio a los hombres en medio de la Iglesia, y abrir una inquietud en sus vidas para que ellos puedan plantearse la vocación sacerdotal.

-¿Cómo responden los sevillanos a esta convocatoria y qué tipo de personas acuden a esta Jornada?

Responden muy bien y suele venir mucha gente, sobre todo de parroquias. La mayoría suelen ser jóvenes y grupos de confirmación.

-¿Cómo está siendo el ‘trasvase’ del Seminario Menor al Mayor?

En los cuatro cursos que lleva funcionando el Seminario Menor podemos decir que el proceso de incorporación al Mayor ha sido todo un éxito. Actualmente son ocho muchachos los que han pasado del Menor al Mayor. Más del 90 por ciento de los que ingresaron en el Menor han pasado al Mayor.

-¿Hay continuidad en las rutinas diarias de ambos seminarios?

El Menor tiene el ritmo de Seminario con las mismas características pero, dada sobre todo la edad de los candidatos, se nota el paso de uno al otro. El Mayor supone la consolidación vocacional de lo que se empezaba a sentir en el Menor.

-¿Hay relación entre los dos seminarios durante el curso?

Si. Hay varios momentos en el curso donde nos unimos los dos Seminarios: la Eucaristía de comienzo de curso, la celebración de Navidad, la misa Crismal y los Oficios que celebra el arzobispo en Semana Santa. También las convivencias de tipo lúdico. La verdad es que hay muy buena relación entre uno y otro Seminario.

-¿Qué concepto cree que se tiene del Seminario en la calle?

Creo que es bueno. En primer lugar la gente se admira y le llama la atención la alegría con la que los jóvenes expresan su vocación, que son capaces de darlo todo generosamente para el bien y al servicio de la Iglesia, y es una alegría que entusiasma y contagia. Donde mejor lo demuestran es cuando van a sus parroquias de origen o a las parroquias de la diócesis donde son enviados los fines de semana, a partir del tercer curso de Teología.

-¿Qué han significado para usted estos años en el Seminario?

El primero que se ha enriquecido he sido yo. Ha sido para mí un don servir a la Iglesia en esta tarea tan particular. Desde el Seminario he descubierto especialmente la gracia y la alegría de poder trabajar por los demás desde mis pobres fuerzas, con mis instrumentos, tratando de ser digno, fiel y transparente desde el amor de Dios y su llamada.

-Algunos de sus alumnos ahora son sus compañeros.

Y eso me hace reflexionar. Aquellos a los que formé comparten conmigo ahora la tarea de la formación de otros. Es hermoso presenciar ese relevo que se va dando en la Iglesia.

-¿Un consejo fundamental para alguien que está en puertas de su ordenación?

Aconsejo a los seminaristas que nunca pierdan la alegría de la primera llamada que sintieron en su corazón, que sean transmisores de Dios, que sean sacerdotes verdaderamente fieles a la Iglesia y a los hombres, que traten de ser testigos del Señor y espejos de Dios en medio del mundo.

1 comentario

pacomio
Hermoso y sabio consejo. Pero que los Obispos y sacerdotes no les maten la alegría con las herejías y novedosas doctrinas, falta de piedad sólida y oración devota, con ejemplos de aseglaramiento y persecusión de la santa tradición.
5/03/15 8:35 PM

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