(VIS) «A menudo, para muchos fieles, el momento de la homilía,considerada buena o mala, interesante o aburrida, decide la importancia de la celebración. Efectivamente, la Misa no es la homilía, pero ésta constituye un momento importante para la participación en los santos misterios, es decir la escucha de la Palabra de Dios y la comunión con el Cuerpo y la Sangre del Señor» –explicó el purpurado.
Respuesta a una necesidad
«El Directorio no nace sin una razón. Su objetivo es ofrecer una respuesta a la necesidad de mejorar el servicio propio de los ministros ordenados: la predicación litúrgica», prosiguió el cardenal, señalando que ya en el Sínodo de los Obispos de 2005 se pedía a los ministros ordenados que preparasen la homilía con esmero, basándose en un conocimiento adecuado de la Sagrada Escritura .
«Este es un primer dato a tener en cuenta, ya que la homilía está directamente vinculada a las Sagradas Escrituras, especialmente al Evangelio, e iluminado por ellas» –subrayó. En el mismo Sínodo se solicitaba que en la homilía resonasen, a lo largo del año, los grandes temas de la fe y la vida de la Iglesia, y que se evidenciase el lazo que une el mensaje de las lecturas bíblicas con la doctrina de la fe mostrada en el Catecismo de la Iglesia Católica. «Sobre la base de estas expectativas, Benedicto XVI, en la Exhortación Sacramentum Caritatis, solicitaba una reflexión sobre este tema».
Los Obispos retomaron la cuestión en el Sínodo sobre la Palabra de Dios, y así Benedicto XVI, en la Exhortación Verbum Domini, mientras recordaba que predicar adecuadamente en referencia al Leccionario era «realmente un arte que debe ser cultivado», también indicaba la oportunidad de elaborar «un Directorio sobre la homilía, para que los predicadores encuentren en él una ayuda útil para prepararse para el ejercicio del ministerio» .
«El surco estaba trazado –dijo el cardenal Sarah– y siguendo esa línea, la Congregación inició el proyecto, que recibió un fuerte impulso por el acento que puso en la homilía el Papa Francisco, en su exhortación apostólica Evangelii gaudium, donde toca ese tema en 25 puntos: 10 dedicados a la homilía y 15 a su preparación».
Servicio propio del ministro ordenado
«La homilía –recalcó– es un servicio litúrgico reservado al ministro ordenado, que está llamado por vocación a servir a la Palabra de Dios según la fe de la Iglesia y no de forma personalista. No es un discurso cualquiera, sino un hablar inspirado en la Palabra de Dios que resuena en una asamblea de creyentes, en el contexto de una acción litúrgica, con el fin de aprender a practicar el Evangelio de Jesucristo».
Entre los criterios mencionados en el Directorio, indico algunos: «La homilía está suscitada por las Escrituras dispuestas por la Iglesia en el Leccionario, que es el libro que contiene para los días del año las lecturas bíblicas de la Misa». «La homilía está suscitada por la celebración en la que se insertan estas lecturas, es decir, por las oraciones y los ritos que conforman esta liturgia, cuyo principal protagonista es Dios, por Cristo, su Hijo, en la potencia del Espíritu Santo» .
«Obviamente –concluyó– la homilía llama en causa a quien la pronuncia. De ahí la importancia de la preparación del homileta que requiere estudio y oración, experiencia de Dios y conocimiento de la comunidad a la que se dirige, amor por los santos misterios y amor por el Cuerpo vivo de Cristo que es la Iglesia».