(Fides) En los últimos dos días, las unidades sirias del ejército y las milicias kurdas, junto con otros grupos armados autónomos como la milicia iraquí Maghawir, han desarrollado una fuerte contraofensiva en zonas controladas por los yihadistas del IS, consiguiendo ganar, por ahora, y recuperar grandes secciones de las zonas rurales entorno a Hassake y Quamishli. Los milicianos anti-Assad han sido expulsados de las aldeas de Bab al-Khair y Sabaa Skor, que controlaban desde hace casi un año.
Ahora, se están produciendo enfrentamientos en algunos pueblos de la región atravesada por el río Khabur, fundados en los años treinta del siglo pasado por los cristianos asirios y caldeos que llegaron desde Iraq escapando de las masacres perpetradas en aquel entonces por el ejército iraquí. Esos centros, en los que un tiempo vivían miles de personas en cada uno, con iglesias y comunidades muy activas, desde que comenzó la guerra, casi todos se han quedado vacios y algunos de ellos parecen pueblos fantasmas.
Una nueva complicación que empeora la situación - explica a Fides Jacques Behnan Hindo, arzobispo siro-católico de Hassaké-Nisibi – es la tensión y los enfrentamientos que han estallado recientemente entre el ejército sirio y las milicias kurdas leales a Assad. Ambos están luchando juntos contra los yihadistas, pero en los últimos tiempos los kurdos parecen tener la intención de moverse de forma independiente, con la obvia intención de ganar terreno para proponer de nuevo desde posiciones de fuerza sus demandas de autonomía. Una perspectiva destinada a entrar en colisión con los objetivos del ejército de Assad.