(Manos Unidas/InfoCatólica) En estos días se cumplen diez años del terremoto, y posterior tsunami, que el 26 de diciembre de 2004, dejaron tras de sí más de 230.000 muertos, millones de damnificados y un rastro de desolación que, todavía hoy, pervive en la memoria colectiva de un mundo sacudido por una de las peores catástrofes naturales que se recuerdan. Fallaron, por inexistentes, las alertas tempranas.
Murieron, por vivir en zonas de riesgo, decenas de miles de personas a quienes la pobreza hizo más vulnerables. Muerte, devastación, infraestructura destruida, viviendas borradas de la faz de la tierra como de un plumazo, el vida de los pescadores flotando, destrozado, sobre unas aguas. Huérfanos, desaparecidos, miedo, hambre... Y dolor, mucho dolor. Imágenes imposibles de olvidar. Y una tragedia que nunca debería repetirse.
En Manos Unidas, mientras repasamos estos días las noticias que fuimos recibiendo en la sede de nuestros Servicios Centrales, casi con cuantagotas, recordamos cómo la ola gigante nos arrebató de cuajo la alegría de las fiestas de Navidad. Todavía hoy, nos emocionamos al leer los testimonios y las peticiones, llegados casi en su mayoría desde el sur de India (de los estados de Kerala, Andra Pradesh y Tamil Nadu) y de Sri Lanka, donde el devastador tsunami borró del mapa los sueños y esperanzas de decenas de miles de personas y dejó a miles de familias en la más absoluta de las miserias.
Diez años después de que un terremoto con epicentro en la isla de Sumatra, y el tsunami posterior, devastaran gran parte de las localidades costeras del sur de Asia, dejando tras de sí un rastro de muerte y destrucción, posamos nuestra mirada en aquellos días en los que, sobrecogidos por la magnitud de la tragedia, en Manos Unidas acudimos a atender las llamadas de socorro provenientes de las zonas afectadas por la catástrofe.
Resumen de la Actividad de Manos Unidas tras la tragedia
La misma mañana del tsunami abrimos una cuenta corriente para canalizar todas las aportaciones y donativos de los miles de personas, socios, colaboradores y amigos que confiaron en Manos Unidas para distribuir las ayudas a este pueblo herido.
Las primeras decisiones fueron enviar ayuda a través de los Servicios Sociales y atender peticiones de otras ONG locales para utilizar parte de los fondos recibidos para proyectos en primeros auxilios.
La recaudación de la cuenta de emergencia ascendió a 2.432.786 euros y el total que Manos Unidas destinó a la financiación de los proyectos de ayuda y de reconstrucción y rehabilitación tras la tragedia fue de 2.956.469 euros.
Las principales actuaciones se dirigieron a la rehabilitación, con un total de 685 casas construidas o reparadas, y a la recuperación de la pesca como medio principal de subsistencia, gracias a la propiedad colectiva de 340 barcos.
Recogemos parte de una carta enviada a Manos Unidas por el Rural Uplif Centre, uno de nuestros socios locales en el sur de India. «Nos gustaría resaltar que las víctimas de Tsunami, que han permanecido ociosas en sus casas sin poder trabajar desde que ocurrió el Tsunami, han podido reiniciar sus actividades después de un parón de 10 meses. Por ello, queremos dar nuestras más sinceras gracias a Manos Unidas por su generoso apoyo en un momento tan oportuno».
Distribución de fondos:
- Emergencia post tsunami: 1.008.213 euros (34%)
- Rehabilitación año 2005, 1.685.267 euros (57%)
- Rehabilitación año 2006, 262.989 euros (9%)
Finalidades cubiertas:
- Generación de ingresos 34%
- Sociales 25%
- Infraestructuras 18%
- Vivienda 9%
- Integral 9%
- Sanitarios 3%
- Educativos 4%
Zonas geográficas:
- Tamil Nadu 64%
- Kerala 23%
- Andhra Pradesh 10%
- Sri Lanka 3%
Una década después de que la mayoría de nosotros escucháramos por primera vez la palabra tsunami, Manos Unidas sigue trabajando en la zona, como hace 55 años y como seguirá haciendo mientras los más pobres entre los pobres sigan necesitando de nuestro apoyo y solidaridad. Y pedimos que Gobiernos e instituciones trabajen en la prevención de este tipo de desastres que, segun la FAO, entre 2003 y 2013, afectaron a unos 200 millones de personas en Asia y el Pacífico.