(El Financiero) Durante la madrugada del pasado lunes 22 de diciembre, el sacerdote Gregorio López Gorostieta fue sacado del seminario donde daba clases en ciudad Altamirano, por un grupo de hombres armados ques se lo llevó a bordo de su propio vehículo con rumbo desconocido.
Tres días después, el jueves 25, el cuerpo del padre fue localizado cerca del monumento conocido como la Cabeza de Lázaro Cárdenas en el vecino municipio de Tlapehuala, con visibles huellas de tortura y un balazo en la cabeza.
De acuerdo con datos de la arquidiócesis de México, durante este 2014 cuatro sacerdotes fueron asesinados en nuestro país, de los cuales 3 se registraron en Guerrero, incluyendo la reciente muerte de López Gorostieta.
Al respecto, Garfías Merlos, calificó el 2014 como un año trágico para la Iglesia Mexicana por esas muertes y rechazó cualquier posibilidad de nexos poco claros entre los sacerdotes y miembros de la delincuencia organizada.
«Yo no tengo ningún indicio que haya algún vínculo entre los sacerdotes asesinados y esas gentes extrañas. Los casos se están investigando. Definitivamente son muertes que no se explican y por eso duelen más porque se trata de sacerdotes que solo están cumpliendo con su misión de difundir el ministerio de la santa iglesia católica», afirmó el arzobispo.