(Fides) «La última de una serie de problemas, es la huelga de todos los empleados del sistema judicial», escribe el misionero. «La prolongación, semana tras semana, de esta forma de protesta está afectando al país fuertemente. Las prisiones, y en particular las comisarías, están llenas llegando a una situación imposible en ausencia de una autoridad que pueda decidir sobre la liberación de un acusado; todos los procesos están parados y las causas, especialmente las relacionadas con el mundo del trabajo y el comercio, paralizadas».
«La falta de cobertura del 40% de los gastos del gobierno, que en el pasado se cubría con la ayuda prestada por los países donantes, es la gota que ha colmado el vaso. Nadie ayudará al Gobierno de Malawi si no se trata de proyectos individuales aprobados y que van directamente a los bancos, sin pasar por el Ministerio de Hacienda que en el pasado recibía directamente del extranjero estas ayudas», añade el p. Gamba.
El último ejemplo de malversación de fondos públicos se refiere al National Aids Committee (NAC) durante años a cargo de la coordinación de todas las actividades en apoyo de la lucha contra el VIH-SIDA. «Cientos de empleados de todos los niveles, de educación y de atención a la salud, en particular, tienen la tarea de recibir la ayuda internacional que el Fondo Mundial otorga a los países más afectados por el SIDA. En los próximos 3 años, se espera que la NAC reciba 560 millones de dólares», escribe el p. Gamba.
Según ha informado la prensa local, bajo presión del Presidente, la NAC ha dado el dinero destinado a la campaña contra el SIDA a algunos periodistas, además de a otras iniciativas relacionadas con la esposa del jefe de Estado, con su tribu de origen e incluso con los servicios secretos.
«Estos nuevos incidentes de corrupción conducirán a una mayor reducción de la ayuda precisamente de aquellos que más lo necesitan», dice el padre Gamba. «Existe el creciente temor de una huelga general, que podría llevar al país a los años del presidente Bingu wa Mutharika, cuando la policía en un día de manifestaciones, mató a veinte personas. Un miedo que ya no se ve tan remoto, lamentablemente», concluye el misionero