Tras expresar su «profundo pesar» de confirmarse este delito, el prelado explicó que después de recibir la denuncia por parte de la propia víctima a mediados del mes de agosto mantuvo un encuentro con ella una semana después. Tras una «larga conversación», el obispo pidió una audiencia a la congregación vaticana que lleva estos temas, pero antes de poder viajar a Roma recibió una carta de la Santa Sede en la que le pedía que investigase el caso.
¿Cuál ha sido el protocolo que ha seguido tras contactar con la víctima?
Después de mantener un encuentro personal con la presunta víctima decidí sacar unos billetes para acudir a la Santa Sede para hablar con la Congregación que se ocupa de estos casos y pedir consejo. Con el billete comprado y las audiencias pedidas, recibo una carta de la Santa Sede donde se comenta que ha habido esta denuncia y me pide que proceda con el protocolo que corresponde. Inicio entonces un proceso de investigación previa que verifica que el relato de la presunta víctima es verosímil, porque en ese momento todavía no había ningún acto judicial. El protocolo del Vaticano establece que si los hechos denunciados son verosímiles se debe imponer sencillamente unas medidas cautelares para proteger a las presuntas y eventuales víctimas. Por eso decido suspender a los tres sacerdotes.
¿Qué día pone las medidas cautelares?
El 15 de octubre. El día 17 recibo un correo de la víctima pidiéndome que no actuase para no interferir en las investigaciones policiales porque el asunto había sido llevado a los tribunales. Una semana después un juez de Granada me envía un auto declarando el secreto del sumario y al mismo tiempo pidiéndome que no actúe para no interferir en la investigación que se está llevando a cabo. A partir de ese momento no actúo. Naturalmente, hice el informe para la Santa Sede y envié el auto y la providencia del juez. En el ámbito civil no he podido actuar en ningún momento porque como la presunta víctima era un adulto, la denuncia solo es aceptable y tramitable si viene de la parte implicada y no de terceros. Eso se lo comuniqué el día 16 de octubre al propio denunciante.
¿Usted cumplió con todo lo que establece el protocolo de la Santa Sede?
Absoluta y escrupulosamente.
¿Cómo ha visto a la víctima?
He rezado desde que hablé con él la primera vez. No he cesado de manifestarle mi cercanía, mi apoyo y mi disposición a ayudarle en todo lo que me sea posible.
Y usted, ¿cómo se encuentra?
Si estos hechos son verdad me producen un dolor inmenso como pastor y sacerdote. No quiero que sufra nadie y menos por culpa de un sacerdote. Yo desearía cualquier cosa que pudiera reparar el dolor causado y mostrar la belleza de la vida cristiana que se basa en el respeto mutuo y en un afecto grande por la dignidad de cada persona.
¿A usted le consta que el Papa llamó a la víctima?
Consta en la carta que la presunta víctima (porque no ha habido ningún juicio canónico ni civil hasta la fecha) me envió. A través de la Santa Sede no conozco ese detalle. Yo lo que conozco oficialmente es lo que recibo de la Santa Sede y en la que me dice que ha habido una denuncia y me pide que actúe de acuerdo con la disciplina de la Iglesia. Para mí es más que suficiente. Hubiera obrado de la misma manera si no hubiera habido esa intervención de la Santa Sede. Yo ya había pedido audiencia en el Vaticano para pedir consejo sobre cómo actuar de manera inmediata porque nunca me había visto en un caso similar previamente. Me pareció una denuncia muy grave antes de recibir la comunicación de la Santa Sede.
Cuando usted recibe la primera carta del denunciante, ¿sabía que el caso estaba denunciado ante la Santa Sede?
Sí, la víctima lo contaba.
¿Cuántas personas estarían implicadas en el caso?
-El muchacho menciona en su denuncia a nueve personas. Imputa directamente a tres como responsables de abusos y habla de otras que podrían tener conocimiento. El total de las personas serían nueve sacerdotes y dos seglares, pero no ha habido actuación judicial. En este momento solo está la acusación.
¿Esos tres sacerdotes han sido suspendidos pero no secularizados?
Las medidas cautelares implican una prohibición del ejercicio del ministerio y retirarse de los lugares donde se estaba trabajando. También incluye prohibiciones complementarias como hablar con las presuntas víctimas y sus familiares. Se toman estas medidas porque la principal preocupación es proteger a la víctima aún a riesgo de equivocarse. Ese es el bien supremo.
Si los sacerdotes implicados resultan condenados, ¿la Iglesia debería proceder al proceso de secularización?
Si eso sucediese sería casi automático.
¿Por qué no estuvo el lunes en la inauguración de la Asamblea Plenaria?
-Esto salió a la prensa cuando estaba en el AVE camino del funeral de un obispo que había fallecido el domingo por la tarde. Había venido a Madrid a la Conferencia Episcopal pero me iba camino del funeral. Del funeral regresé a Madrid y me volví a Granada puesto que como hasta ese momento yo había estado bajo secreto pontificio ni siquiera el consejo episcopal de Grandada tenía ningún conocimiento de nada. Me parecía justo estar en la diócesis y convocar al consejo episcopal y explicar lo que había sucedido. Los reuní, les explique todo lo que podía y me volví a la Asamblea Plenaria. Salí del Arzobispado por donde salgo siempre. Saludé a los camareros del bar de siempre. El martes por la noche llegué a Madrid y el miércoles por la mañana cuando entré en la Conferencia Episcopal respondí a los medios, pese a que algunos decían que el obispo estaba en paradero desconocido. No tengo nada que ocultar.