(Gaudium Press/InfoCatólica) Estos principios fueron propuestos por el prelado vaticano como el núcleo del trabajo de un cristiano en medios de comunicación, independientemente de que se trate de instituciones seculares. Así mismo relacionó estos principios al trabajo en las nuevas tecnologías: «Este es el desafío de dar testimonio de vida en la red».
Ante las preguntas de los jóvenes, interesados en conocer los desafíos y consejos para una vida profesional coherente con el testimonio cristiano, Mons. Celli pidió a los comunicadores esforzarse para no perder su identidad católica. «No es fácil ser auténtico», reconoció el Presidente del Pontificio Consejo. «Que su columna vertebral no se doble nunca».
El arzobispo recordó con algunos ejemplos cómo algunos directores de medios imponen sus criterios a los periodistas y la probabilidad de que los creyentes sean tentados con beneficios en su carrera si ceden a las exigencias que pueden contradecir sus convicciones. «Hay un solo Señor de mi conciencia y Él es Dios, y nadie más», exhortó Mons. Celli. El servicio a la Verdad recomendada por el prelado debe tener en cuenta que la Verdad es Jesucristo mismo.
Habitar y dar testimonio en los nuevos espacios
El encuentro de Mons. Celli con los estudiantes se produjo tras su intervención en el Segundo Congreso Nacional de Teología para Laicos organizado por la arqchidiócesis de Barranquilla. En su conferencia a los cientos de participantes, el Presidente del Dicasterio recordó que la comunicación es ante todo una relación entre seres humanos, e invitó a recuperar esa dimensión humana de la comunicación.
Para la Iglesia, explicó, la comunicación no se entiende como simplemente una herramienta técnica, sino como un lugar de encuentro y destacó que existe un gran interés de la Iglesia en «habitar cristianamente en estos espacios comunicativos». Estos nuevos espacios son lugares donde las personas viven en la actualidad, como es especialmente notorio en las redes sociales. Allí, los creyentes deben dar un testimonio de vida, más que simplemente «bombardear» de mensajes, y dar razón de su esperanza, ejerciendo lo que Benedicto XVI denominó «Diaconía de la cultura».
La exigencia del testimonio, de la apertura a la interacción y el diálogo y la habilidad de no llegar solamente al intelecto sino ganar el corazón de los demás fueron la inspiración que Mons. Celli propuso a los asistentes. «La gente nos juzga por lo que ve y lo que comprende sobre nosotros», recordó. «Todo cristiano es portador de Cristo. Habría que preguntar a los que nos rodean si ven en nosotros la alegría de nuestra fe».