(Arguments) Jokin de Irala nació en Donibane Lohitzun (St. Jean de Luz, Lapurdi) el 9 de junio de 1958. Está casado y tiene 5 hijos. Es Licenciado en Medicina y Cirugía por la Universidad de Navarra, donde ejerce la docencia. Realizó un Máster de Salud Pública en la Universidad de Dundee (Escocia) en 1987. Obtuvo el grado de Doctor en Medicina en la Universidad de Navarra en 1990 y, en el año 2000, un segundo doctorado en Salud Pública en la Universidad Estadounidense de Massachusetts.
Además, en la actualidad, es miembro de la Academia Pontificia para la Vida, cuya sede está en Roma.
¿Qué tareas desempeña un miembro de la Academia Pontificia para la Vida?
La Academia Pontificia para la Vida fundada por el Papa Juan Pablo II en 1994, tiene como objetivo promover el progreso de los estudios y la información y formación sobre los principales temas de la bioética, y del derecho, relativos a la promoción y defensa de la vida. En mi caso participo, como miembro correspondiente y con mi formación en Medicina y Salud Pública, en las sesiones de trabajo y las asambleas generales que elaboran textos que tienen que ver con la defensa de la vida desde el momento de la concepción hasta la muerte natural.
En los últimos tiempos, es innegable que el aborto está siendo uno de los temas más polémicos en la opinión pública. ¿Cómo podría la Iglesia explicar mejor que no quiere condenar a las mujeres de ninguna forma?
Creo que la Iglesia de manera oficial desde su magisterio ya ha mostrado claramente que se preocupa por la mujer embarazada que se plantea abortar o por la mujer que ha abortado ya y que sufre por haber tomado esa decisión. También se preocupa por los chicos que no se hacen cargo de las consecuencias de su sexualidad. Quienes podemos hacer más por estos jóvenes somos todos los que formamos la Iglesia. Por ejemplo, podemos hacer más intentando explicar mejor la belleza de la sexualidad humana cuando se vive en el contexto del amor estable entre un hombre y una mujer. Intentando acoger mejor a los jóvenes, chicas y chicos, que se encuentran ante la decisión del aborto para que vean realmente que sus vidas pueden salir adelante a la vez que dejan seguir viviendo a los no nacidos. Suelen estar confundidos y asustados. Si no acogemos de verdad a estos jóvenes, poniéndonos en su lugar y entendiendo sus temores, poco podremos hacer para defender la vida del no nacido.
Usted es miembro correspondiente de la Academia Pontificia para la Vida, en Roma. ¿Cuáles son los principales retos que la Iglesia católica tiene en la actualidad para mantener su defensa de la vida?
Entendiendo por Iglesia Católica a todos nosotros, los que formamos parte de esta Iglesia, pienso que tenemos los retos siguientes: no utilizar nuestra convicciones como armas arrojadizas para juzgar a quien no piense como nosotros; saber querer de verdad a quien intentamos explicar la verdad sobre la defensa de la vida; superar lo que puede haber de sentimiento e ideología en el debate del aborto y para esto hay que entender mejor a quien no piensa como nosotros; ofrecer alternativas factibles al aborto para proteger la maternidad, sobre todo cuando tiene lugar en jóvenes poco preparados para ello.
Como profesor universitario, ¿cree tenemos que cambiar nuestro modo de explicarnos al defender la vida? ¿Cuál es la mejor manera de hablar temas como la fecundación in vitro, la eutanasia, etc., cuando se habla con la gente joven? ¿Qué preocupa a los estudiantes, no solo universitarios?
En el ámbito universitario me parece muy interesante poder mantenernos en el discurso científico (tanto antropológico como desde la biomedicina). Todos estos temas se pueden explicar muy bien utilizando un lenguaje científico. Afortunadamente, la ciencia no es opuesta a una verdadera defensa de la vida
La defensa de la vida tiene tiene manifestaciones muy concretas y cada vez más enrevesadas: eutanasia, selección embrionaria, experimentación con embriones… ¿Hace falta ser católico para defender la vida en coherencia con la dignidad humana?
Claramente no. Hay muchos no católicos, incluso no creyentes, que defienden estas cuestiones como nosotros. Como he dicho antes, esto no se riñe con un discurso totalmente científico donde todos podemos encontrar acuerdos comunes.