(Alfa y Omega/InfoCatólica) En 2004, cinco personas decidieron movilizar a una ciudad de apenas 100.000 habitantes para que durante 40 días rezaran, ayunaran y dieran testimonio para lograr el fin del aborto. El éxito fue tal, que esta iniciativa, bautizada como 40 días por la vida, es uno de los fenómenos más llamativos del movimiento provida de Estados Unidos. Este miércoles, celebraron su décimo cumpleaños lanzando una nueva campaña, que se prolongará hasta el 2 de noviembre en 258 ciudades estadounidenses, y en varios países más.
Desde sus inicio hasta ahora, los organizadores tienen noticia de casi 9.000 niños salvados, un centenar de trabajadores de centros abortistas que han dejado su trabajo, y 57 de estos centros que han cerrado. Todo ello, gracias a las 3.000 campañas locales que se han llevado a cabo en 539 ciudades de 24 países. Este otoño, además de en Estados Unidos, se va a celebrar la campaña en España, Canadá, México, Brasil, Inglaterra y Gales, Croacia, Letonia, Ghana, Nigeria, Sudáfrica, y Australia.
Regalo de cumpleaños
Como regalo de décimo aniversario, además, la campaña ha cosechado su primer éxito incluso antes de su comienzo oficial. Ha sido en Las Cruces (Nuevo México), donde la apertura de su primer centro abortista, prevista para el lunes pasado, se ha retrasado sine die.
La aprobación de leyes provida en el cercano estado de Texas ha forzado a varios centros abortistas a cerrar, por lo que una empresa decidió trasladarse de El Paso -en la frontera también con México- a Las Cruces, a menos de una hora en coche. Al enterarse de ello, los cristianos de Las Cruces decidieron sumarse a 40 días por la vida, para pedir que el nuevo centro no llegara a abrir.
Sin embargo, como la apertura del centro estaba programada para el 15 de septiembre, se dieron cuenta de que no podían esperar hasta que la campaña comenzara oficialmente, el día 24. La noche del 14 celebraron la primera concentración, a la que acudieron más de 200 personas, y desde el día siguiente se han juntado para rezar desde las seis de la mañana hasta las diez de la noche. Al mismo tiempo, el centro abortista anunció que retrasaba su apertura por problemas logísticos.
Así empezó todo
En julio pasado, el fundador de esta iniciativa, David Bereit, visitó España, y explicó a Alfa y Omega el origen de la campaña, en la pequeña ciudad de College Station (Texas): «Ninguna de las cosas que probamos [en mi grupo provida] tenía éxito, y el número de abortos seguía subiendo. Un día, nos juntamos con otras tres personas y decidimos rezar durante una hora. Decidimos que las tres cosas que íbamos a hacer eran rezar y ayunar nosotros por el fin del aborto, e invitar a la comunidad a hacer lo mismo; celebrar vigilias de oración de 24 horas al día, todos los días, delante del centro abortista; y participación comunitaria: llamar a las puertas, invitar a la gente a participar, hablar en las iglesias, contactar con los medios». También se implicaron muchos sacerdotes y pastores.
El resultado «fue mucho más allá de nada que hubiéramos imaginado. Dos semanas después de empezar la campaña, había más de mil personas implicadas. Al comienzo del año siguiente, el número de abortos había bajado un 28%». No pensaban repetir, pero «otras ciudades empezaron a copiar lo que nosotros habíamos hecho. Se hicieron siete campañas entre 2004 y 2007, y en 2007 nos dimos cuenta de que había que organizar una campaña nacional. Pensábamos que quizá se unirían 15 ciudades, pero se apuntaron 89, de 23 de los Estados». El éxito ha continuado hasta hoy.
Un nuevo mensaje: la compasión
Otra de las características de 40 días por la vida es que han abandonado el estilo combativo y agresivo de otros grupos provida. «Se trata, simplemente, de hablar a las mujeres con compasión. [La ex directora del centro abortista ante el que comenzó 40 días por la vida] Abby Johnson, en su libro Sin planificar, describe muy bien cómo antes, al menos en Estados Unidos, había mucho conflicto y confrontación fuera de los centros abortistas».
«Pero nosotros queremos ayudar a las mujeres que entran en ellos, y también a quienes trabajan en ellos, si quieren dejarlo. Eso es lo que sucedió con Abby Johnson»: la amistad y el cariño que le ofrecían los provida que ella veía como el enemigo fueron calando en ella, y cuando decidió que ya no quería dedicarse al aborto, no dudó en ponerse en contacto con ellos. Ahora, es una de las principales líderes del movimiento provida, y ha puesto en marcha una iniciativa para ayudar a otros trabajadores que quieran dejar la industria del aborto. «Por eso, intentamos tratarlos como amigos, como me gustaría que nos trataran a nosotros».
Abby Johnson es, tal vez, el rostro más visible de lo mucho que se ha logrado con esta campaña. Algo que habría sido imposible sin el apoyo de las distintas Iglesias que hay en Estados Unidos: «Nos han apoyado docenas de obispos, y algunos han participado ellos mismos en las vigilias, como el actual Presidente de la Conferencia Episcopal, monseñor Joseph Kurtz». También les ha ayudado mucho contar con el apoyo del Papa, quien, a través de la Secretaría de Estado del Vaticano, les mandó el año pasado un mensaje que afirmaba que «el Santo Padre aprecia enormemente el trabajo dedicado en el que están comprometidos todos los implicados en 40 días por la vida para promover el respeto por las vidas de todos los niños no nacidos. Su Santidad les asegura su apoyo en la oración».