(AciPrensa/InfoCatólica) Un caso importante, recordó Betanzo en declaraciones al Sistema Informativo de la Archdiócesis de México (SIAME), fue el de un recluso apodado «El diablo», quien «al cortarse el cabello, se dejaba unos cuernitos y tenía barba, siempre estaba drogado, y cada vez que llegábamos, nos miraba con furia». Sin embargo, dijo, «había una voluntaria que se sentaba a su lado y le platicaba».
«Un día, sin los efectos de la droga, mientras un sacerdote estaba confesando, nos acercamos a él para explicarle de qué se trataba, y dijo: ‘yo quiero’, pero antes nos entregó las imágenes de la muerte que tenía en su celda».
Betanzo señaló que «fue tan grande el cambio de su fisonomía, después de la confesión, que algunos no lo reconocían, porque como explica santo Tomás, la gracia tiene efecto físico».
Confraternidad Carcelaria
Confraternidad Carcelaria fue fundada por Charles W. Colson, quien fuera encarcelado por participar en el caso de corrupción estadounidense «Watergate».
Dentro de la cárcel, Colson se convirtió y, una vez en libertad, se dedicó a la asistencia social y espiritual de los presos.
Actualmente, Confraternidad Carcelaria está presente en 129 países.
Roberto Betanzo indicó que el objetivo de esta organización «es brindar a los internos escucha, consejo, formación en valores y principalmente acercamiento y vivencia de la fe católica, con la finalidad de que experimenten un retorno positivo a la sociedad y su vida espiritual sea cada vez más profunda».
En México D.F. los voluntarios de Confraternidad Carcelaria visitan cada semana a los reclusos, para ayudarles a que ellos, junto a sus familias, tengan un encuentro con Dios y comprendan su amor.
Betanzo también destacó la necesidad de unir esfuerzos para lograr la reinserción social de los presos, por lo que Confraternidad Carcelaria busca ante las autoridades mexicanas la aprobación de una ley que permita un sistema que comprende instrucción espiritual, intelectual, asesoría psicológica y legal, en un ambiente digno y libre de drogas.
Así, indicó, los internos progresivamente restablecerán los lazos con su familia y la sociedad, logrando «matar al criminal, para salvar al hombre».