(PD/Luis F. Pérez/InfoCatólica)El texto completo del papiro dice:
«Temer todos a quien reinará sobre la tierra. Que las naciones y los pueblos sepan que Cristo es nuestro Dios. Porque él habló y ellos comenzaron a ser, él mandó y ellos fueron creados; él puso todo bajo nuestros pies y nos libró de la voluntad de nuestros enemigos. Nuestro Dios preparó una mesa en el desierto sagrado y dio maná de comer para un nuevo pacto: el cuerpo inmortal del Señor y la sangre que Cristo derramó por nosotros en la remisión de los pecados».
La autora principal del estudio, Roberta Mazza, se ha mostrado «emocionada» por este descubrimiento que, según ha señalado, demuestra que el conocimiento de la Biblia estaba más arraigado en el Egipto del siglo VI d.C. de lo que se creía.
Tesis peculiares de Mazza
«Se trata de un importante e inesperado descubrimiento, ya que es uno de los primeros documentos encontrados en los que se hace referencia a la Última Cena», ha explicado Mazza. A su juicio, el hallazgo arroja nueva luz sobre el cristianismo primitivo (sic), ya que el documento se elabora sólo 300 años después de que el emperador romano Constantino se convirtiera a la religión cristiana. La realidad es que hay infinidad de testimonios patrísticos sobre la fe de la Iglesia en la Eucaristía y además no se puede considerar cristianismo primitivo al periodo del que data dicho descubrimiento.
La experta encontró este papiro mientras trabajaba con miles de fragmentos de documentos históricos inéditos que se conservan en las bóvedas de la biblioteca de la universidad.
La investigadora ha declarado que, «aunque no se sabe casi nada sobre el propietario de documento, se cree que podría haber sido de un residente de la aldea Hermoupolis (el-Ashmunein)».
«Es doblemente fascinante porque el fabricante (…) sabía claramente la Biblia, pero cometió un montón de errores. Algunas palabras están mal escritas y otras están en el orden equivocado. Esto sugiere que él estaba escribiendo de memoria en lugar de copiarlo», ha explicado Mazza.