(Aci/InfoCatólica) Tres siglos después, el entonces Obispo de Milán, San Eustorgio, viajó a Constantinopla para que el emperador aceptara su nombramiento episcopal y este le regaló las reliquias de los tres Reyes que regresaron con él a la ciudad italiana.
Sin embargo, cuando el emperador Barbaroja sitió Milán, el Arzobispo de Colonia, Rainald von Dassel, descubrió que una iglesia milanesa custodiaba las reliquias. La abadesa de este convento era hermana del alcalde de la ciudad y le prometió a Von Dassel darle las reliquias a cambio de proteger la vida de su hermano de la furia del emperador.
Por ello, después del ataque a la ciudad, el Arzobispo de Colonia solo pidió una recompensa al emperador: que permitiera a la abadesa abandonar la ciudad de Milán con todo aquello que pudiera cargar sobre sus hombros. El emperador enfureció al darse cuenta de que lo que había llevado sobre su espalda era su hermano. La abadesa cumplió con su parte del trato y de esta forma las reliquias pudieron llegar a Colonia.
Actualmente, el Santuario de los Magos de Oriente en la Catedral de Colonia es el más grande y artísticamente más significativo y ambicioso relicario de la Edad Media. Las reliquias fueron trasladadas de Milán a Colonia en 1164 y, desde 1190 a 1220 (30 años) un grupo de artesanos trabajaron en el santuario en el taller del orfebre Nicolás Verdún.
La ornamentación del santuario incluye oro y plata, figuras doradas, paneles de filigrana, piedras preciosas, columnas y arcos. Las imágenes reflejan episodios de la historia de la salvación desde el principio de los tiempos hasta el Juicio Final.
El santuario tuvo que ser reducido tras ser escondido de las tropas revolucionarias francesas en 1974 pero después fue restaurado entre 1961 y 1973. En la actualidad se eleva por encima del altar mayor medieval en la parte posterior del coro interior, convirtiendo esta área en el principal foco de la catedral gótica que fue construida como un relicario de piedra para este tesoro.