(Alfa y Omega/InfoCatólica) Peter es imparable, y ese fue el título del corto sobre él que inauguró Tsunamis de vida, una serie de vídeos realizados por un grupo de universitarios para reflexionar sobre el valor de la vida. En esta entrevista, sus padres reflexionan sobre la discapacidad como posible supuesto para abortar
Mucha gente dice: «Son admirables las familias que no abortan cuando su hijo viene con una discapacidad, pero no es algo a lo que se pueda obligar a alguien». ¿Cómo responderían a esto, desde su experiencia?
Nuestra experiencia es que una persona con discapacidad puede llevar una vida digna y feliz y puede constituir, además, una presencia de grandísima ayuda para tantos, que descubrimos en una persona así una esperanza para nuestras propias penas, dolores o tristezas. Esto lo hemos aprendido en casos cercanos, algunos de ellos los podéis ver en las historias de Tsunamis de vidat. Y también tenemos la experiencia personal de que en el caso de que los padres biológicos de un niño discapacitado se vean sin fuerzas para afrontar su cuidado, existen familias que están dispuestas a acogerles, pudiendo llevar así una vida igualmente digna y provechosa.
Si las instituciones sociales y la Administración dedicaran sólo una pequeña parte de las energías y recursos empleados en otros fines en ayudar, estimar públicamente y fomentar decididamente la acogida de estos niños en sus familias biológicas o en otras de acogida, estoy convencido que a muchas mujeres que se plantean abortar se les abriría una alternativa más liberadora que la que se les ofrece hoy en día como única salida razonable.
¿Cómo reaccionan ante la idea de que la vida de Peter pudiera estar supeditada al daño psicológico que le causaría a su madre biológica?
Es verdad que si te paras a pensarlo es tremendo que un motivo así pueda ser suficiente para truncar una vida. Por otro lado, escandalizarse por las leyes permisivas con el aborto pero no hacerse cargo del drama personal que a las personas de hoy en día, tan carentes de certezas en la vida, nos supone hacernos cargo de un niño discapacitado, nos parece una posición ideológica, estéril y hasta contraproducente. El problema de fondo no es legal sino cultural no hay ninguna ley que sea capaz de cambiar de raíz los motivos que generan el temor, el miedo o bien la indiferencia ante una vida así. En última instancia sólo la experiencia de saberse querido sin condiciones le impulsa a uno a acoger también sin condiciones.
Con todo, en casa no le damos muchas vueltas a todo esto, la verdad. Predomina más bien el agradecimiento a los padres de nuestro hijo por haberle tenido.
¿Qué le dirían al Gobierno, ante la posibilidad de que apruebe el aborto eugenésico por la puerta de atrás?
Que todos sus miembros y los diputados se olviden por un momento de posiciones ideológicas y dediquen un rato tranquilo a ver los vídeos de Tsunamis de vida, que no son más que una pequeña muestra de los miles de hechos, que existen en nuestro país, en nuestras calles, que muestran la dignidad de la vida de un discapacitado y de las posibilidades que se pueden ofrecer a una madre que no se ve capaz de traerlos al mundo y cuidarlos. Y que luego mantengan esos hechos en sus ojos y en su memoria cuando vuelvan a su trabajo legislativo, recordando que si bien las leyes, como hemos dicho antes, no son la raíz de la solución del problema del aborto, sí que son importantes para favorecer cierta mentalidad y para crear condiciones objetivas de ayuda a las madres que se encuentran solas ante un embarazo no deseado y a las familias para acoger la vida.