(Efe) En el centro de la sala había una mesa donde reposaban un ejemplar de la Biblia, otro de la Constitución y un crucifijo colocado entre ambos.
Sin embargo, la disposición del libro sagrado y el crucifijo obedece en este caso a la voluntad del nuevo alto cargo, porque se le ha ofrecido la posibilidad de elegir si quería o no que estuvieran allí mientras pronunciaba la fórmula del juramento.
Hasta ahora, los nuevos cargos, fueran miembros del Gobierno o representantes de las altas instituciones del Estado, tenían la opción de jurar o prometer cumplir sus obligaciones, pero no podían intervenir en la disposición de los elementos simbólicos exhibidos en el acto. Fuentes de la Casa del Rey han explicado que se trata de dar cumplimiento a lo establecido en la Constitución en materia de libertad religiosa.
Misma fórmula
Por lo demás, la fórmula seguirá siendo la misma: «Juro (o prometo) cumplir fielmente las obligaciones del cargo de (el que corresponda en cada ocasión) con lealtad al Rey y guardar y hacer guardar la Constitución como norma fundamental del Estado».
Antonio Narváez ha jurado ante una Biblia colocada a su izquierda, abierta por el Libro de los Jueces, y ante otro de la Constitución que mostraba el artículo 159 del Título IX, referido al Tribunal Constitucional.
Frente a él, en la mesa estaba situado el crucifijo que siempre se ha visto en estas ceremonias protocolarias y que en el futuro podrá desaparecer si así lo considera oportuno quien presta juramento o promesa.