(Zenit) «Quiero decir con mucha claridad: la droga no se vence con la droga», manifestó el Papa. «La droga es un mal, y con el mal no puede haber concesiones o compromisos. Pensar que se pueda reducir el daño consintiendo el uso de psicofármacos a aquellas personas que siguen usando drogas, no resuelve el problema».
No a cualquier tipo de droga
El Pontífice también se refirió a las drogas consideradas por algunos sectores como «recreativas» o «blandas», aceptadas en algunos lugares. «La legalización de las llamadas 'drogas livianas', o parciales, además a ser discutible en el plano legislativo, no produce los efectos que se había prefijado», expresó el Papa Francisco. «Quiero reiterar lo que he dicho en otra ocasión: no a cada tipo de droga. Simplemente no a cualquier tipo de droga».
El Santo Padre pidió acciones afirmativas que no dejen espacio para la drogodependencia, como el fomento de la vida, el amor, la solidaridad, la educación y el trabajo. «La Iglesia, fiel al mandato de Jesús de ir por todas partes donde haya un ser humano que sufre, que tiene sed, que esté en la cárcel, no ha abandonado a quienes han caído en la espiral de la droga, pero con su amor creativo ha ido a encontrarlos», comentó el Pontífice, quien destacó el compromiso de los operadores y voluntarios que trabajan en beneficio de esta población.
La labor de la Iglesia busca que los dependientes «puedan redescubrir la propia dignidad ayudándolos a hacer resucitar los propios recursos», describió el Papa Francisco. «Esos talentos personales que la droga había sepultado, pero que no pudo borrar, (presentes) desde el momento que cada hombre ha sido creado a imagen y semejanza de Dios». El Santo Padre expresó que el cambio de vida de los jóvenes que se alejan de las drogas es una señal de esperanza, «un estímulo para mirar hacia adelante con confianza».