(La Prensa/InfoCatólica) De las más de 30 parroquias que conforman la Diócesis de San Pedro Sula, la Santísima Trinidad de Chamelecón está entre las más grandes. De ella se derivan 19 comunidades que actualmente tienen un solo objetivo: lograr la paz.
Ante la ola de violencia que ha cobrado la vida de 42 personas en lo que va del año y las más de cien familias que han tenido que abandonar sus hogares bajo amenazas de pandillas, más de treinta mil feligreses se han unido para desarrollar una serie de actividades y proyectos que alejen de la ola de violencia a más habitantes, sobre todo a jóvenes que se han convertido en un blanco fácil de reclutamiento entre los grupos antisociales.
El párroco Luis Estévez informó sobre el campeonato de fútbol que realizarán el próximo mes en el que esperan involucrar a más de mil jóvenes de todo Chamelecón.
«Vamos a ir eliminando grupos hasta quedar seis equipos. Aún no sabemos en qué cancha vamos a realizar el torneo porque la del centro está en mal estado, esperamos que las autoridades municipales se involucren y nos ayuden», dijo.
Programas sociales
Chamelecón está conformado por más de 60 colonias donde residen alrededor de ciento treinta mil habitantes. La iglesia busca llegar a más del 40% de la población con programas sociales, entre los que figuran una ofrenda solidaria con la que ayudan mensualmente a familias de escasos recursos, una pastoral de salud donde proveen medicamentos básicos para los más necesitados. Además de un dispensario médico en la colonia Suyapa que brinda atención a los vecinos de esa y otras colonias aledañas.
«Tenemos el jardín de niños de la colonia Morales, donde atendemos a niños de 4 a 6 años de familias de escasos recursos».
También refuerzan la vocación artística de los adolescentes y jóvenes a través de obras de teatro, grupos folclóricos, de canto y clases de instrumentos musicales.
Orfilia de Jesús Escoto, coordinadora del Instituto Hondureño de Educación por Radio (Iher) de la Iglesia Católica, manifestó que 360 alumnos cursan ciclo común y bachillerato de Ciencias y Letras.
«El 85% de nuestros jóvenes trabajan y estudian, por eso abrimos una jornada en la noche el sábado», indicó.
Huyó por la violencia
Escoto, quien es maestra jubilada y trabaja ad honorem en la institución, contó que muchos de los alumnos antes de llegar al centro sufrieron la guerra territorial que hay entre las pandillas que les impide matricularse en algunas escuelas e institutos de zonas de la que no son residentes.
«Hace poco se nos fue un joven que ya se iba a graduar, salió huyendo con toda su familia por la misma inseguridad». En 2013, alrededor de 12 jóvenes abandonaron el colegio por inseguridad, en lo que va de este año ya tres alumnos desertaron por esta misma situación, que la Iglesia Católica busca revertir.