(Fides) «No hay necesidad de buscar el país de la miel si ya se vive en él» insta el mensaje. «En lugar de los eritreos que tratan de salir de su país, hay que animar a los que viven en la diáspora a regresar.... es inútil preguntarse por qué nuestra juventud huye al extranjero». Los obispos enumeran los principales problemas a los que se enfrentan los eritreos, en primer lugar a la fragmentación de las familias, cuyos miembros están dispersos por el largo servicio militar, o porque están en la cárcel o en centros de rehabilitación. Como resultado de ello las personas mayores son abandonadas a su suerte. «Todo esto crea un país desolado» denuncia la carta pastoral.
Según los obispos la economía en pedazos, el sistema educativo deficiente, el arbitrio en la ley, la falta de perspectivas, todo ello empuja a los jóvenes a asumir el peligroso viaje, primero en el desierto y luego por el mar, en busca de una vida mejor. Los obispos finalmente lanzan un llamamiento por el respeto de los derechos humanos de los prisioneros: «las personas detenidas deben ser tratadas con humanidad y deben ser juzgadas por un tribunal».