(ABC/InfoCatólica) Sánchez Adalid resaltó el papel de la población mozárabe, ya que jugó el papel de «puente» entre la civilización antigua romana y los cristianos hispanos de la Edad Media. «Muchos se preguntan qué pasó con la sociedad romana y visigoda, que contaba con una gran tradición en diversos frentes, como el cultural, el económico o el legal», subrayó. A su juicio, «todo ello no desapareció con la invasión musulmana, sino que su relevo lo cogieron los mozárabes».
En este sentido, Sánchez Adalid defendió el papel desempeñado por esta cultura en todo lo relativo a la lingüística. Sin la aportación de la población cristiana andalusí «el idioma español no existiría como tal, sino que en nuestro país hoy hablaríamos un dialecto franco-germánico o árabe», aseguró. Por este motivo, según abogó el autor de novelas como «El mozárabe», esta sociedad representa «lo más genuino de la identidad española en todos los sentidos». Todo ello a pesar de que estas personas «tuvieron que soportar el estigma de los reconquistadores, que consideraban que tenían más derechos que el resto».
Una vez iniciado el declive de Al-Andalus, los mozárabes realizaron numerosas peregrinaciones a Galicia, siendo Santiago de Compostela, uno de sus destinos predilectos. Sin embargo, Sánchez Adalid afirmó que «no puede decirse que exista un Camino Mozárabe a Santiago, sino que esta población hacía sus rutas hasta la ciudad gallega por donde podía».
Denominación legítima
Sin embargo, consideró «totalmente legítimo» que la actual vía que coge el nombre de Camino Mozárabe mantenga esa denominación. Dentro de este campo, el escritor extremeño apostó por «poner más en valor» todos los caminos de Santiago, ya que «es uno de los fenómenos históricos españoles más relevantes de las últimas décadas», algo que queda reflejado, desde su punto de vista, por el enorme número de visitantes que hacen el recorrido cada año. En esta línea, Sánchez Adalid destacó las «numerosas sorpresas» que acompañan a los peregrinos durante su ruta en forma de monasterios, ermitas o santuarios. «También aquí la población religiosa de origen mozárabe que provenía de Al-Andalus fue la que jugó un papel decisivo», indicó el autor.