(Zenit/InfoCatólica) Salvatore Martínez, presidente de la RCC en Italia agradeció al Papa su presencia y comenzó un momento profunda oración, al que siguió la lectura de los Hechos de los Apóstoles, sobre Pentecostés y los dones del Espíritu Santo.
A continuación dieron su testimonio un sacerdote joven, un joven, una familia y una chica ciega. Tras cada intervención, el Santo Padre dirigía unas palabras breves. A las familias: «Las familias son la Iglesia doméstica en donde Jesús crece en el amor de los cónyuges, en el amor de los hijos, por eso el enemigo ataca tanto a la familia, el demonio no la quiere e intenta destruirla». A la joven ciega: «Los hermanos y hermanas que sufren, que tienen enfermedades o que sufren limitaciones, son ungidas por el sufrimiento de Jesús y lo imitan en un momento difícil de su cruz».
Y añadió el Papa: «Le decía a Salvatore que falta alguien, quizás lo más importante, los abuelos. Ellos son la seguridad de nuestra fe, los ancianos. Fíjense cuando María y José llevaron a María el templo, dice el Evangelio que fueron conducidos por el Espíritu Santo. Los jóvenes tienen que cumplir la ley, los ancianos como el buen vino tienen esa libertad del Espíritu Santo. Es así».
Tras unos instantes de silencio, delante de los 50 mil presentes el Papa recitó una oración. Después les dijo: «Ustedes, Renovación Carismática han recibido un gran don del Señor, han nacido del Espíritu Santo como una corriente de gracia en la Iglesia y para la Iglesia». Prosiguió: «Ninguno en Renovación puede pensar ser más importante o más grande que el otro, porque si alguno se siente más importante, entonces inicia la peste». Advirtió sobre «el peligro de la excesiva organización», de no «dejar a Dios ser Dios», de volverse «controladores de su gracia»
El Papa les dijo que esperaba de ellos «Primero la conversión y amor de Jesús que cambia la vida y hace de un cristiano testigo de Dios. Espero que compartan en la Iglesia la difusión del Espíritu Santo». También que den «testimonio delante de otras iglesias que creen en Jesús como Salvador» manteniéndose unidos en el amor de Jesús y en esta unidad que debemos tener todos nosotros.
El encuentro concluyó con un llamamiento del Santo Padre: «Hermanos y hermanas, acuérdense: adoren a Dios nuestro Señor, es este el fundamento, busquen la santidad en la nueva vida del Espíritu Santo. Eviten la excesiva organización, salgan a evangelizar por las calles, acuérdense que la Iglesia nació en salida esa mañana de Pentecostés. Acérquense a los pobres y toquen en ellos la carne herida de Jesús». Al concluir sus palabras, toda la asamblea ha rezado por el Santo Padre. Además, le han entregado como regalo una Virgen de las manos alzadas, hecha por detenidos en las cárceles que se están reinsertando.
El testimonio del responsable de los jóvenes de RCC de España
ZENIT ha tenido ocasión de hablar con Pablo Emilio Rull Bravo, responsable del Ministerio Nacional de Jóvenes de España. Pablo, con un grupo de 12 jóvenes, se encuentra en el Olímpico viviendo esta ocasión histórica para el movimiento. Asimismo, nos explica que «hemos vivido un encuentro profético, un encuentro con un mensaje para el mundo entero y un mensaje que queremos transmitir a nuestra gente y nuestros jóvenes en España porque creemos que es una línea espiritual que guía nuestro corazón para saber por dónde caminar».
Además, ha añadido que el hecho de que el Papa participe hoy en un encuentro de la Renovación «para nosotros es un privilegio y una alegría. No nos sentimos 'más' porque venga a este encuentro, ya sabíamos que el tenía simpatía por esta corriente de gracia, más bien nos sentimos alentados a seguir en este lugar dentro de la Iglesia, a seguir viviendo la fe tal como la vivimos, sabiendo que no somos unos pocos sino que somos parte de la Iglesia, como cualquier otro movimiento».
Para finalizar, el responsable del Ministerio de Jóvenes de la RCC en España, observa que ahora «los jóvenes de la Renovación en nuestro país entienden que el camino de la vida pasa por encontrarse con Cristo y porque ese momento no quede en un momento puntual». Y a estos jóvenes, afirma Pablo Emilio, después de este encuentro en Roma «vamos a llevarles un mensaje de esperanza, de alegría. Les haremos ver a todos los jóvenes que no somos pocos, somos muchos. La esperanza es Cristo y estamos llamados a seguir en la misma línea, el mismo camino y el mismo recorrido que estamos haciendo hasta ahora pero con fuerzas renovadas porque la victoria es de Cristo, la victoria es nuestra».