(Alfa y Omega/InfoCatólica) Una madre, dos novicias, una postulante... Y muchas ganas de llevar a los jóvenes a Cristo. Es el patrimonio con el que cuentan las Misioneras de la Palabra, una asociación pública de fieles erigida el pasado 1 de mayo, fiesta de san José Obrero, en la diócesis de Green Bay (Wisconsin, Estados Unidos).
Ese día, la madre Catherine -hasta ahora Peggy Duemling- hizo sus votos perpetuos, y dos de las postulantes recibieron los hábitos de novicias. Además de ellas y la postulante, tienen ya varias candidatas en proceso de discernimiento para unirse a la incipiente comunidad.
Se trata de una relidad muy reciente pero, para madre Catherine, es la meta (volante) de un camino que se inició hace años, cuando se unió a las Misioneras de la Caridad. Después de diez años en esta congregación, y a sólo un año de hacer los votos perpetuos, tuvo que abandonarla porque padecía de asma.
«Quería más»
Sin embargo, ella seguía sintiendo que Dios la llamaba a la vida religiosa. Mientras estudiaba un Máster en educación y trabajaba como directora de un colegio en Milwaukee, «sentía que había algo más en mi corazón. Quería más», explicaba hace poco a The Compass, el periódico diocesano de Greenbay. Tanto su director espiritual como el cardenal Timothy Dolan, que en aquel momento era el arzobispo de Milwaukee, la animaron a rezar sobre esta inquietud y seguir el carisma que fuera discerniendo.
En 2008, cuando el Papa Benedicto XVI comenzó a hablar con insistencia de la necesidad de la nueva evangelización, los dos clérigos la animaron a trasladarse a la diócesis de Green Bay (de la que Dolan era también administrador apostólico) y colaborar con la pastoral juvenil que estaba desarrollando el padre Quinn Mann.
Acampadas para encontrarse con Dios
En 2002, cuando sólo era un seminarista, el padre Quinn había sentido la llamada a organizar expediciones de oración con los jóvenes, en medio de la naturaleza. Así nació Catholic Youth Expeditions. En su página web, explica así su primera experiencia en los inmensos parajes naturales que rodean el lago Michigan: «Rezamos, jugamos, e hicimos todo lo de acampar: cocinar nuestra propia comida, hacer el fuego, espantar a las moscas, caminar hasta el lugar de acampada, y montar las tiendas. La culminación del retiro fue la adoración, la bendición, la Misa, y confesiones durante la última noche. Desde entonces, hemos llegado a miles de jóvenes adultos y alumnos de instituto, ofreciéndoles una experiencia de acampada divertida y llena de fe».
Al conocer esto, madre Catherine lo tuvo claro: «Pertenezco aquí». Cuando monseñor David Ricken fue nombrado obispo de la diócesis ese mismo año, comenzó un proceso de discernimiento dirigido por él para averiguar su verdadera vocación, y hizo votos privados de pobreza, castidad y obediencia. «En 2010, me dijo que creía que había algo ahí, y me pidió que preparara una regla» para una nueva comunidad religiosa; y lo hizo con la colaboración de un canonista, mientras seguían colaborando con el padre Quinn.
A disposición de las parroquias
«Nos llevó un tiempo, y el obispo me fue sometiendo a distintas pruebas. Por ejemplo, me decía: Si aparecen tres mujeres antes del 8 de septiembre, seguiremos adelante». Esas tres candidatas necesarias aparecieron, «y llevan conmigo desde 2012». Al final, después de mucha oración y de terminar de perfilar la regla, monseñor Ricken dio su aprobación como asociación pública de fieles, el primer paso para convertirse en una orden religiosa diocesana.
De momento, la incipiente comunidad vivirá en el Centro de Formación San José, que es la sede de Catholic Youth Expedition, y se encuentra en una finca propiedad de la diócesis, a la orilla del lago Kangarro, en el condado de Door. Una pequeña parte del edificio ha sido habilitada como convento para ellas.
«Trabajamos con los jóvenes -explica madre Catherine- porque los perdemos entre los 14 y los 30 años. Construimos una relación con ellos para acercarlos al Señor. Una vez conoces al Señor, quieres llevar a otros a Él». Asi, pretenden promover el discipulado, la base del Evangelio. Las Misioneras continuarán este apostolado con los jóvenes, tanto en dicho centro y en las Catholic Youth Expeditions como en las parroquias. «Pertenecemos a la Iglesia -explica-. Queremos de verdad ayudar a las parroquias. Serviremos donde hagamos falta, o donde nos inviten».
Una religiosa «con espíritu aventurero»
Para madre Catherine, todo el proceso ha supuesto un claro contraste con su experiencia en las Misioneras de la Caridad, «donde todo estaba ya forjado para ti». Pero «tengo espíritu aventurero. Cuando dejé las Misioneras de la Caridad, sabía que Dios tenía un plan para mí».
La relación con la congregación de madre Teresa de Calcuta ha seguido durante este período de discernimiento, y un grupo de Misioneras de la Caridad la acompañó el pasado 1 de mayo, incluyendo su mejor amiga, que es superiora de la casa de las Misioneras en Chicago. «La han destinado lejos, pero ha podido venir a esto. Las cosas encuentran la forma de salir».
En la regla de la comunidad, está previsto que dentro de los dos años de noviciado, uno esté dedicado de forma especial al silencio y la oración, más que al apostolado. El objetivo de esto es que las novicias se acostumbren a las fluctuaciones entre oración y trabajo».