(Agencias/InfoCatólica) El discurso del Papa estuvo lleno de alusiones a la necesidad de erradicar las desigualdades en el mundo y acabar con la pobreza, un mal que aqueja, dijo, a muchas personas. «Esta importante parte de la humanidad», dijo el Papa, continúa «excluida de los beneficios del progreso» y es «relegada a seres de segunda categoría».
Por ello, el Santo Padre rogó a la ONU que ponga en marcha políticas de ayuda hacia este colectivo, ejecutadas, dijo, con «magnimidad y valentía» para que incidan «sobre las causas estructurales de la pobreza y del hambre». También, para que «consigan mejoras sustanciales en materia de preservación del ambiente y garanticen un trabajo decente y útil para todos».
El Sumo Pontífice se refirió al episodio que narra la visita de Cristo al rico publicano Zaqueo en Jericó:
«Quisiera recordarles un episodio de hace 2000 años contado por el Evangelio de san Lucas: el encuentro de Jesucristo con el rico publicano Zaqueo, que tomó una decisión radical de condivisión y de justicia cuando su conciencia fue despertada por la mirada de Jesús. Este es el espíritu que debería estar en el origen y en el fin de toda acción política y económica».
El Santo Padre aludió igualmente al papel de la familia, la cual es un pilar «esencial de cualquier desarrollo económico y social sostenibles».