(Diario de Navarra / InfoCatólica) La efigie con el lignum crucis de San Miguel de Aralar ha visitado el Ejecutivo y el Parlamento navarro. El Ángel llegó el miércoles sobre las 11 horas a la puerta principal del Palacio de Navarra, sede del Ejecutivo, al son de los acordes del Himno de Navarra, portado por el párroco de la iglesia de San Nicolás de Pamplona, Santiago Cañardo, que estaba acompañado por el capellán auxiliar del santuario de Aralar, Jesús Sotil.
En el zaguán aguardaban la presidenta, vicepresidenta y varios consejeros del Gobierno de Navarra, así como alrededor de un centenar de ciudadanos, en su mayoría empleados que prestan servicio en la sede gubernamental. Tras el recibimiento, se ha iniciado un desfile procesional por las escaleras regias y las galerías centrales, que terminó en la capilla del Palacio, donde se ha celebrado una eucaristía. Durante su homilía, Cañardo ha aludido a las «raíces» cristianas que «han marcado nuestra identidad milenaria y han dado razón de ser a Navarra». El sacerdote también trasladó a los miembros del Gobierno de Navarra unas palabras del Papa Francisco que definen la labor de buscar el bien común como «preocuparnos por este mundo para dejarlo mejor de lo que nos lo encontramos».
Al término de la misa, los participantes han venerado la reliquia del 'lignum crucis', que porta la imagen del Ángel, y, de nuevo en procesión, han acompañado su traslado hasta la puerta del Palacio, donde se ha realizado la bendición a los asistentes y al conjunto de Navarra.
El Parlamento, dividido por la interpretación de la «laicidad»
Posteriormente, a las 12 horas, el Ángel de Aralar ha visitado el Parlamento de Navarra, donde se ha celebrado un acto al que no han asistido parlamentarios de los grupos del PSN, Bildu e Izquierda-Ezkerra. Asimismo, miembros de I-E, encabezados por el portavoz parlamentario, José Miguel Nuin, se han concentrado frente al Parlamento tras la pancarta Parlamento laico, en protesta por la visita del Ángel de Aralar a la Cámara.
La imagen ha sido recibida por el presidente del Parlamento de Navarra, en la puerta de entrada a la sede, acompañado por el Letrado Mayor. Jesús María Sotil, que portaba la imagen, ha saludado a los miembros de la Mesa antes de su entrada en la sede de la Cámara legislativa. El acto se ha desarrollado en el Salón de Plenos, donde Sotil ha realizado la bendición del espacio en el que se producen los debates y acuerdos parlamentarios.
Dos días antes, el parlamentario de Izquierda–Ezkerra José Miguel Nuin señalaba, en declaraciones a los medios de comunicación, que la visita del Angel de Aralar a la Cámara «vulnera la aconfesionalidad del Estado, la separación entre el Estado y las confesiones religiosas». Por su parte, el parlamentario de Aralar-NaBai Patxi Zabaleta aseguraba que la visita del Angel de Aralar a la Cámara «es una visita y no un acto parlamentario», «un acto que entra dentro de la libertad de acción personal» y «un tema que tiene su aspecto más allá de los contenidos religiosos», defendía.
El recorrido por Navarra y la visita a ancianos y enfermos
El recorrido del Ángel suma 300 pueblos en el periplo de mayor densidad, el que arranca el domingo de Pascua. Pero, sin duda, los días más intensos en tres meses largos son los que vive en Pamplona. Jornadas maratonianas, en una agenda al minuto. A pesar de todo, el capellán procura exprimir unos minutos para acudir a casa de personas mayores o enfermas. Son visitas de apenas unos minutos, tiempo suficiente para saludarse, venerar la imagen, rezar un Padrenuestro, e incluso cantar, como el miércoles en casa de María.
«Bueno, María, ¡hasta el año que viene!». «Muy bien, aquí estaré». Es un retazo de una conversación que data del 10 de abril de 2013. Los protagonistas, el sacerdote Jesús Sótil y la pamplonesa María Pascual. Entre los dos, la imagen de San Miguel de Aralar, y el escenario, el domicilio de la mujer. La escena se repitió esta semana en su casa de Pamplona. Ambos cumplieron su promesa y acudieron puntuales a la cita. Sonrieron, volvieron a charlar.... y se despidieron de un modo similar, hasta la Pascua de 2015. Entonces, María habrá cumplido 108 años. Sus emociones certifican la devoción sin paliativos que tiene a San Miguel. Porque la suya, es la historia de una larga amistad, de cuando subía al santuario a pie, desde Madotz, recién casada. Han pasado muchos años de aquello. Más de 80. Tampoco falló cada primera domingo de septiembre, desde Uharte Arakil, con sus hijos que, como ella, son Cofrades de San Miguel.
María se casó con Miguel Guelbenzu. Trabajaron las huertas y el campo y él llegó a ser remontista profesional. Tuvieron cinco hijos. María enviudó joven, con 44 años, en 1951, cuando la posguerra aún hacía mella. Tiempos duros en los que ella, alta y de porte elegante, nunca dejó de lado su cara más amable. Y siempre guardó en casa a San Miguel de Aralar. «Me ha acompañado», suscribe ella.
María era uno de los rostros casi incondicionales cuando la efigie entra en Pamplona por la Taconera, el segundo lunes de Pascua. Así fue hasta que con 105 años fue sometida a una intervención quirúrgica para colocarle una prótesis en la cadera. Desde entonces sale a la calle en silla de ruedas, acompañada por sus hijos, aunque aún camina por casa. Así que ahora, la visita es a la inversa. En lugar de acercarse ella a recibirlo y adorarlo, es el Ángel quien se desplaza hasta su domicilio, la efigie portada por Jesús Sótil. Este sacerdote de sonrisa espontánea es ya un amigo más en casa de los Guelbenzu Pascual. Natural de Betelu y responsable de varias parroquias en el arciprestazgo de Larraun, viaja con San Miguel desde hace 12 años.
