(EP/InfoCatólica) Mons. Blázquez ha abogado por una «normativa judicial» que se debe ejercitar «castigando» a los que han sido defraudadores.
«Es bueno que la sociedad encuentre una solución justa y pronta, no de años y años sino suficientemente pronta también para el escarmiento y la ejemplaridad. Y también para que lo defraudado pueda entrar de nuevo en la circulación de la sociedad en su conjunto», ha explicado al respecto monseñor Blázquez.
Inmigración ordenada
Respecto a las llegadas de inmigrantes a Ceuta y Melilla, el arzobispo ha señalado que la inmigración es una cuestión que afecta al conjunto de la Unión Europea y que debe ser tratada con respeto, comprensión, humanidad y con una distribución de los recursos. «Las fronteras que tenemos no solo son fronteras de España sino de la Unidad Europea», ha defendido.
En este sentido, ha defendido una inmigración «ordenada» –«si es anárquica, terminanos perdiendo todos», ha recalcado– y ha apostado por favorecer «fuentes de creación de riqueza en los países de los que proceden estos inmigrantes» y distribuir los recursos destinados a este fin.
«Tampoco seamos como los defensores de un castillo perfectamente enriquecido y desde ahí asaeteamos a alguien. La humanidad es una familia y Dios ha creado el mundo para la familia entera», ha subrayado Blázquez, que ha recordado que España es un pueblo de emigrantes y debería «tener la experiencia de comprender» el sufrimiento de estas personas.
Más pactos de Estado
El recién elegido presidente de la CEE ha encuadrado la corrupción y la inmigración entre las «grandes cuestiones de Estado» y ha admitido que, aunque el Gobierno es el que debe llevar la «batuta» en estas cuestiones, le gustaría ver «que hay más causas de Estado en las que todos confluimos».
Entre esos grandes temas de Estado en los que se debería llegar a consensos ha citado, además, la situación económica y el desempleo juvenil, algo que no es «una cuestión partidista». «¿Cómo no vamos a estar todos concernidos por el paro tan abundante entre los jóvenes?», se ha preguntado Blázquez, que ha pedido «unir todas las manos y todos los esfuerzos» para luchar contra este fenómeno.
Finalmente, el arzobispo de Valladolid ha hecho un llamamiento para practicar la «bonhomía» frente a la crisis, es decir, «cultivar la bondad que hay en el corazón». «Es verdad que la crisis es muy dura y muy duradera, aunque va habiendo signos de recuperación. Pero si han aumentado las dificultades, ha aumentado también la colaboración económica y el voluntariado. Esto significa que hay bonhomía», ha resumido.