(ABC/InfoCatólica) Tras reconocer «la poca autoestima por lo que ha aportado la fe cristiana a la convivencia y al bien común», el cardenal recuerda que «hay unos principios morales objetivos y absolutos que se fundamentan en la dignidad, la intangibilidad y la libertad de la persona humana y en la salvaguarda de las exigencias éticas fundamentales para el bien común de la sociedad».
«Todos los ciudadanos, y especialmente los políticos, deben contribuir a la vida social y política según la concepción de la persona y del bien común que consideren humanamente verdadera y justa, utilizando todos los medios lícitos que el orden jurídico democrático pone a disposición de todos los miembros de la sociedad», añade el prelado.
Para Martínez Sistach, «si dictaran leyes injustas o tomasen medidas contrarias al orden moral, estas disposiciones no podrían obligar en conciencia».
«Ningún político -agrega el arzobispo-, pero menos aún un político cristiano, puede dejarse llevar por la idea relativista según la cual todas las concepciones sobre el bien del hombre son igualmente verdaderas y tienen el mismo valor».
«Esto no significa -aclara- que los políticos católicos no sean libres en su actividad política, ya que están llamados a escoger, entre las opciones compatibles con la fe y con la moral, aquellas que mejor se ajusten a las exigencias de los derechos humanos y del bien común».
Este argumento explica, según el cardenal Sistach, que «se puede dar una pluralidad de partidos en los que puedan militar los católicos para poder ejercer su derecho y su deber de participar en la construcción de la vida civil y democrática de su país».