(Reuters/EP) Hollande se comprometió el pasado mes de julio a celebrar un debate a nivel nacional con vistas a presentar un proyecto de ley ante el Parlamento que fuera más allá de la actual legislación en cuestión, que prohíbe al personal médico participar de un suicidio asistido.
Al mismo tiempo, la Comisión Nacional de Ética (CNE) aconsejó al jefe de Estado que no permita que los doctores ayuden a los enfermos terminales a acabar con sus vidas alegando que el cambio de legislación podría ser «peligroso para la sociedad». La Comisión explicó su petición con el argumento de que los pacientes vulnerables podían ver la legalización de la eutanasia como una amenaza, ya que sus vidas podrían verse acabadas antes de que les sobreviniera la muerte natural.
La eutanasia legal en países europeos
Bélgica, Luxemburgo, Holanda y Suiza permiten la eutanasia voluntaria en algunas de sus formas, y François Hollande ya se había comprometido en su programa electoral del año pasado a legalizar la «asistencia médica para acabar la vida de uno con dignidad».
La ley actual, aprobada en 2005, permite a los doctores la detención de la prolongación de la vida de forma artificial ante una petición expresa del paciente y fomenta el uso de tratamientos paliativos para aliviar los dolores.
Apoyo popular
Las encuestas de opinión pública arrojan cierto apoyo para la legalización de la eutanasia en casos de pacientes terminales. En vista de este nuevo enfoque, algunos de los trabajadores médicos que han sido condenados por ayudar a pacientes a morir han visto sus sentencias suspendidas.
La cuestión de la eutanasia ha adquirido gran importancia después de que una pareja de ancianos se suicidara el mes pasado en un hotel de lujo de París, donde dejaron una nota en la que explicaban que querían morir dignamente.
En lo que ha sido visto como otro desafío a la ley, una miembro del Parlamento del Partido Verde ha descrito este domingo cómo vio morir a su madre, enferma terminal, después de haber tomado pastillas.