(SIC/InfoCatólica) Más de 20 años lleva este sacerdote natural de Guardamar del Segura trabajando en este secretariado. Como él mismo apunta con humor en la entrevista concedida a Agencia SIC “vine para estar tres años, en 1985 fui nombrado secretario de la recién creada subcomisión de Pastoral Obrera; pasaron los años y en 1991 pasé a ser el director de Director del Secretariado de Apostolado Seglar… y aquí sigo. En España si hay algo definitivo es lo provisional”.
- La Comisión de Apostolado seglar que la cual usted dirige el Secretariado es una de las más antiguas y abarca varios ámbitos tan importantes como la Pastoral Obrera o Juventud, ¿cómo se articula el trabajo de una comisión de estas características?
- La comisión de Apostolado seglar es, realmente, una de las más fuertes en razón del destinatario. Pensemos que la Iglesia tiene unos responsables: el Papa, Obispos... y unas formas de vida especiales, sacerdotes, religiosos... pero que conforman un pequeño tanto por ciento. En el conjunto de la Iglesia más del 90% son laicos. Esta comisión es muy compleja por ello, de no ser así...malo sería porque habría «más cabeza que miembros».
La Iglesia no tiene razón de ser para sí misma, tiene razón de ser en sí misma pero para el servicio, el anuncio, la presentación de Cristo al mundo como sentido, como esperanza y como salvación.
Esta variedad en la Iglesia conforma un pluralismo legítimo pero no es un pluralismo ilimitado: sus raíces sólo se encuentran en el Evangelio y en el Magisterio de la Iglesia. Esa es la parte de formación y espiritualidad que tratamos de garantizar en todos los movimientos y asociaciones de la Iglesia.
Por otra parte, nuestro trabajo consiste en instar al compromiso de los laicos. La Iglesia no tiene razón de ser para sí misma, tiene razón de ser en sí misma pero para el servicio, el anuncio, la presentación de Cristo al mundo como sentido, como esperanza y como salvación.
- En la actualidad, hablar de la importancia de los fieles laicos en la Iglesia es casi innecesario. Sin embargo, aún hoy, ¿Persiste, en algunas personas, la idea de que el papel de los laicos en la vida eclesial es «secundario»?
- Doctrinalmente y en el Magisterio, el papel de los laicos está clarísimo. El Concilio Vaticano II en la Constitución Lumen Gentium habla clarísimamente qué es el laico.
Quizás antes el laico no se definía en ‘positivo' en los documentos del Magisterio: El laico es «el que no es sacerdote, el que no es religioso»... El Concilio Vaticano II destaca cómo el laico es aquel que por su propio Bautismo y su Confirmación tiene una función específica y concreta en la Iglesia que no pueden suplir los otros. Un papel tan importante como la del Papa, los obispos o sacerdotes... sólo que tiene funciones distintas con responsabilidades diferentes.
Por sí mismo el laico tiene la obligación de evangelizar, no porque sea, como antes podría considerarse «la extensión del trabajo de un obispo o un sacerdote»... El papa Francisco lo dice muchas veces «hay que salir de la casa»
Todavía hay parroquias en los que los sacerdotes se consideran el «no va más» y a los laicos se les consulta para «aquellas cosas que yo ya he pensado» cuando la consulta a los laicos, es una propuesta en la que ellos deben aportar, decidir.
Hubo un tiempo en el que teníamos un laicado pasivo porque se consideraba que el laico no tenía un papel por sí mismo si no era como ‘ayuda' de un sacerdote. Esta percepción cambia tras el Concilio Vaticano II; Doctrinalmente esta conseguido. Cierto que en la práctica queda ‘mucho por andar', todavía hay parroquias en los que los sacerdotes se consideran el «no va más» y a los laicos se les consulta para «aquellas cosas que yo ya he pensado» cuando la consulta a los laicos, es una propuesta en la que ellos deben aportar, decidir.
Cuando los obispos españoles, tras la Exhortación Apostólica Post Sinodal Christifideles laici aprobaron el documento «Cristianos laicos, Iglesia en el mundo», el documento concluía con estas palabras: «La nueva evangelización se hará, sobre todo, por los laicos, o no se hará» Una Iglesia que sirva al Evangelio tiene que servir al laicado y tiene que servirse del laicado para servir a las personas que viven a la interperie: en el trabajo, en la calle, en medio de los jóvenes.
Una de nuestras preocupaciones es el secularismo, y es cierto, pero hay que reconocer y aceptar la laicidad positiva, como decía el Papa (Juan Pablo II) porque esto nos exige creatividad, imaginación en la evangelización hoy.
A veces se escucha «Los jóvenes están perdidos» y no es así, los jóvenes están «encontrados», quizás lo estén en el botellón, pero están allí. Tenemos que ver las causas de por qué están en esos lugares. Los jóvenes, en este caso, necesitan ser evangelizados por los jóvenes. Los demás podemos ayudar de una manera o de otra, pero la evangelización viene del que está en el mismo ambiente.
- Los Papas de la última mitad del siglo XX y el siglo XXI han puesto especial énfasis en la llamada al desarrollo de movimientos como Acción Católica, itinerarios de formación cristiana... etc, destinados a los laicos ¿Se está llevando a cabo realmente un redescubrimiento de la vocación laical cristiana en la Iglesia?
- Realmente estamos en un nuevo Pentecostés, como decía Juan Pablo II. Sin embargo la tentación que puede surgir en los movimientos y asociaciones es la de quedarse en el interior de ellas mismas, o, las que son más fuertes pueden sentirse ‘superiores' a otras. Y eso no es bueno, porque podemos acabar con unas diócesis en las convocantes sean los movimientos y asociaciones y el Obispo es el convocado.
Si las asociaciones y movimientos en la Iglesia no son el lugar de comunión se convierten en asociaciones que pueden tener inspiración cristiana pero que, en realidad, tienen poco de cristianas.
La iglesia local, como está manifiestamente declarado en el Concilio Vaticano II se hace con las asociaciones y movimientos, pero éstos no tienen razón de ser en sí mismos sino para el servicio. Por eso, unas asociaciones o movimientos han de estar enraizadas en las diócesis, en las parroquias, en el ámbito parroquial.
Los sacerdotes tienen que ser los consiliarios de estas asociaciones y movimientos, sin entrar en competencia. Si las asociaciones y movimientos en la Iglesia no son el lugar de comunión se convierten en asociaciones que pueden tener inspiración cristiana pero que, en realidad, tienen poco de cristianas.
- Nuestra sociedad se caracteriza por un marcado secularismo, y desconocimiento de la Iglesia, también en los propios fieles ¿Cómo dar a conocer la riqueza de propuestas y caminos que la Iglesia tiene para acompañar al laico en el desarrollo de su identidad cristiana en la sociedad?
- Desde la propia Iglesia tenemos la Federación de Movimientos de Acción Católica y el Foro de laicos. Ambos responden a un redescubrimiento de esta vocación laical que se centra buscar la comunión buscando las raíces, el encuentro con la Iglesia tal y como es.
Para que nuestro testimonio sea creíble tenemos que estar donde está el otro. No se trata de la hora del laicado sino que el laicado esté en hora
En cuanto a cómo dar a conocer esta riqueza, el Papa lo señala claramente: a través de unas minorías significativas. Hoy más que nunca nos hace falta el trato personal, el tú a tu. En la era de la comunicación estamos muy informados pero la gente está incomunicada; la comunicación es mirarse a los ojos, estar junto al otro. Para que nuestro testimonio sea creíble tenemos que estar donde está el otro. No se trata de la hora del laicado sino que el laicado esté en hora
- Hace pocos días se celebraba en Madrid el seminario de estudio Testigos de ayer, estímulos para el laicado de hoy, en el que se estudiaron cuatro figuras eclesiales que contribuyeron con sus ideas y obras a renovar la vocación laical: Ángel Herrera Oria, Abundio García, Pilar Bellosillo y Guillermo Rovirosa ¿Cómo adaptar el ejemplo de estas cuatro figuras a los retos de cristiano laico en la actualidad?
- Cada uno de ellos cuatro respondió, en diferentes sitios, con matices muy variados y con destinatarios muy diversos, a la misma llamada y compromiso laical. No se trata de repetir lo que ellos hicieron, el Evangelio es el mismo pero la realidad es distinta. Con esa idea sacamos unos estímulos, no unas líneas de trabajo si no unos pensamientos de ¿por qué entonces y no ahora? A veces tendemos a mimetizar a estas personas. Lo que hay hacer es descubrir los problemas de la realidad concreta y desde ahí, pensar, estudiar, orar muchísimo par a que el Señor nos ilumine y podamos evangelizar esa realidad, con la presencia cristiana, boca oreja, siempre sabiendo que el alma es ésta. Tenemos que vivir la realidad que viven las personas.