(Agencias/InfoCatólica) En respuesta a preguntas de los medios de comunicación, Mons. Ureña ha recordado que «los tribunales que tenían que dirimir el tema se han pronunciado y, consecuentemente, lo que hay que hacer no es incoar un proceso nuevo, lo que hay que hacer es devolver».
A su entender, «la cosa clama a su señor» y «los bienes de la Franja están diciendo a sus legítimos dueños, en este caso el Obispado de Barbastro y también algunas piezas del Obispado de Huesca, queremos volver a nuestros dueños».
En este sentido, ha comentado que en el Museo Diocesano de Barbastro, ubicado en el palacio episcopal, hay hornacinas vacías, «más de cien», donde «se ha puesto una réplica del bien correspondiente, que todavía no ha ido a ocupar su lugar, porque se encuentra sustraído, es como un rehén» y donde se precisa que falta el original.
Finalmente, tras aclarar que desde el punto de vista jurídico «el arzobispo de Zaragoza no tiene nada que ver», ha incidido en que «no hay que apelar a ningún otro tribunal» porque «son los de la Iglesia los que se han pronunciado con sentencias muy serias por la devolución de los bienes» y, por eso, «lo que hay que hacer es que se devuelvan» y «quien tenga las piedras en su tejado, tiene que devolverlos», y «esto lo hemos dicho los obispos de Aragón siempre».
Perdón para los que atentaron contra el Pilar
Por otra parte el arzobispo ha asegurado que «el perdón de Dios es algo que se extiende a todos y no excluye nada», incluidos los autores del atentado del día 2 de octubre en la Basílica del Pilar.
De este modo, ha citado el Padre Nuestro: «perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden», y lo ha ejemplificado con los 522 mártires beatificados el pasado día 13 de octubre en Tarragona, que murieron «por ser testigos de la fe y perdonaban a aquellos que les infringían la muerte».
Asimismo, el arzobispo ha felicitado a los órganos policiales por su labor en la búsqueda de los autores y para que se haga justicia.
Por otro lado, ha informado de que el órgano, que resultó dañado por la explosión, tendrá que ser desmontado por completo, lo que implicará tres meses de trabajo y un desembolso económico «muy serio».
Además, ha reiterado que «hay que dar las gracias a Dios de que no haya pasado prácticamente nada».