(Agencias/InfoCatólica) Por otra parte. Mons. Müller reconoce que «puesto que muchos cristianos se ven influidos por este contexto cultural, los matrimonios probablemente son nulos más a menudo que en el pasado, porque se carece de la voluntad de casarse según el sentido de la doctrina matrimonial católica y también es muy reducida la pertenencia a un contexto vital de fe».
«Por lo tanto, una verificación de la validez del matrimonio es importante y puede llevar a una solución de los problemas», explica el prelado alemán responsable de la defensa y promoción de la fe católica en la Curia.
Pastoral de acogida
Mons. Müller recuerda que la Iglesia debe recibir a las personas divorciadas vueltas a casar, aunque no puedan recibir los sacramentos.
«Incluso si, por la íntima naturaleza de los sacramentos, la admisión a ellos de los divorciados vueltos a casar no es posible, a favor de estos fieles se deben dirigir más aún los esfuerzos pastorales, por cuanto éstos deben permanecer en dependencia de las normas derivadas de la Revelación y de la doctrina de la Iglesia», subrayó Müller.
El Prefecto de Doctrina de la fe reafirma el «valor antropológico del matrimonio indisoluble» que «protege sobre todo a los hijos que sufren más por una separación», y agregó que «el ideal de la fidelidad entre hombre y mujer no perdió nada de su atractivo, como evidencian recientes encuestas entre los jóvenes».
Deben vivir como hermanos, no como esposos
En el artículo, Mons. Müller reitera que «allí donde no es posible hallar una nulidad del matrimonio, es posible la absolución y la comunión eucarística si se sigue la aprobada tesis eclesial que establece vivir juntos 'como amigos, como hermano y hermana'».
«Una reconciliación mediante el sacramento de la penitencia, que abriría el camino al sacramento eucarístico, puede acordarse sólo sobre la base del arrepentimiento por lo ocurrido y sobre la disponibilidad a 'una forma de vida no más en contradicción con la indisolubilidad del matrimonio'», agrega el prelado, citando el texto de la exhortación apostólica Familiaris Consortio publicada por Juan Pablo II en 1981. Mons. Müller ratifica que dicha exhortación es plenamente vigente.
Eso significa que cuando la nueva unión no puede ser disuelta por motivos serios -como por ejemplo la educación de los hijos- ambos miembros de la pareja «asumen el compromiso de vivir en plena continencia».
Peligro de banalizar la imagen de Dios
Mons. Müller se refirió también a la tendencia a favor de suministrar los sacramentos a los divorciados que invoca «la misericordia», pero dijo que se trata de «un falso llamado» con el cual «se corre el riesgo de la banalización de la imagen misma de Dios, según la cual Dios no podría hacer más que perdonar».