(Infobae/InfoCatólica) Hace una semana, y en el marco de la toma del Colegio Nacional Buenos Aires por los estudiantes, un grupo de alumnos de la institución entró por los túneles que comunican el establecimiento con la antigua iglesia San Ignacio de Loyola.
Los estudiantes intentaron quemaron los bancos y pintaron grafitis, entre otros, la leyenda: «La única Iglesia que ilumina es la que arde». El arzobispo de Buenos Aires dijo con gran énfasis que le «encantaría» dialogar con ellos y convocarlos a la «cultura del Encuentro», de la que siempre habla el papa Francisco.
El templo es memoria de la historia argentina
En su homilía en la Misa de desagravio, Mons. Poli recordó que se trata de un «antiguo y bello templo; el más antiguo, construido en el siglo XVIII». Y destacó también que en ese «espacio consagrado» todavía resuenan las «voces y pasos de generaciones argentinas». Esta iglesia porteña es «memoria de nuestra Historia, testigo de gestas patrióticas, como la gloriosa resistencia al invasor extranjero en 1807», dijo Poli.
«Aquí se hicieron las exequias por los caídos y la acción de gracias a Dios por liberarnos del enemigo», subrayó.
«Pero no nos convoca hoy el pasado sino el triste y deshonroso hecho de su profanación –lamentó–. Aquí tenemos las huellas de la vieja gramática de la intolerancia, que no acepta las diferencias». Fue entonces cuando, con un dejo de ironía, se refirió al «desconocimiento cultural y religioso» de los profanadores. «Así los eximo de mayores responsabilidades», explicó.
Dijo que lo que habían hecho estos jóvenes era «una grave ofensa a Dios» y que hería «a toda la comunidad de los creyentes en Cristo».
Daño espiritual
«El daño material es insignificante en comparación con el espiritual», dijo el arzobispo, quien también recordó que el mandato del cristiano es la no violencia.
«Esta semana», explicó el prelado, «alguien me vino a preguntar qué les diría a los jóvenes que profanaron este templo si me los encontrara. Y respondo con toda libertad que me encantaría encontrarme con ellos». Y nuevamente con cierta ironía, agregó: «Dejaría de lado mi báculo para que no crean que vengo con palos. Practicaría con ellos el antiguo arte del diálogo, hablar y escucharnos, matear, si se da la oportunidad. Me encantaría».
Y concluyó: «Mirando hacia el futuro e imaginando mejores espacios de convivencia entre argentinos, los invitaría a apostar a la cultura del Encuentro a la que nos convoca siempre nuestro Santo Padre Francisco».
Presencia del ministro de educación porteño
Uno de los participantes de la misa fue el ministro de Educación porteño, Esteban Bullrich. Al salir del templo, sostuvo que «lo más importante, como dirigente, es la convocatoria al diálogo y buscar canales de encuentro».
«Ya convocamos a las escuelas a que levantaran las tomas. Ayer he tenido diálogo con algunos estudiantes, espero que eso permita evitar estos episodios que no nos llevan a ningún lado», señaló Bullrich.
«Realmente creo que es muy importante como sociedad que veamos este fervor que hay por este encuentro de distintos partidos políticos, religiones, y llevar este esfuerzo de encuentro a todos los ámbitos de la vida pública», concluyó.