(EP/InfoCatólica) «La Iglesia no condena a las personas sino las conductas, aborrece el pecado pero no al pecador», ha subrayado.
«Pregúntenle al Papa Francisco qué opina sobre el así llamado matrimonio homosexual y les dirá lo mismo que Benedicto XVI y Juan Pablo II, que no se puede equiparar la unión de los homosexuales, aunque sea legal desde el punto de vista de las leyes civiles, con el matrimonio cristiano entre un hombre y una mujer», ha apuntado.
Lo único que ha variado en el mensaje, según ha indicado, es el emisor, pues ahora es otro Pontífice el que transmite el mensaje y, por tanto, «la manera de expresarlo es diferente». No obstante, ha afirmado que sustancialmente «no dice otra cosa que lo que ha dicho Benedicto XVI o Juan Pablo II» sobre el tema.
Por su parte, el profesor de Derecho Canónico de la Universidad de Navarra Javier Otaduy ha remarcado que «no ha cambiado nada» en el mensaje de la Iglesia sobre los homosexuales pues la Iglesia «nunca ha condenado a los homosexuales» sino «la conducta homosexual». Según ha señalado, la Iglesia dice cuáles son los pecados pero no juzga a las personas.
Así, ha puntualizado que una cosa es la orientación sexual y otra distinta, «el uso que uno haga de su tendencia sexual». «De lo que está hablando el Papa es de una tendencia biológica o fisiológicamente acendrada en la persona, eso no es valorable», ha subrayado.
De hecho, ha asegurado que, «siendo gay uno puede ser santo» al igual que lo puede ser un heterosexual «viviendo el celibato de un modo extraordinario». Pero ha insistido en que «en absoluto» el Papa va a cambiar en un avión la posición de la Iglesia sobre los homosexuales. «No tendría sentido», ha añadido.
Ordenación de mujeres
Sobre las declaraciones del Pontífice acerca del papel de la mujer en la Iglesia y la posibilidad de que puedan ser ordenadas, tanto Labarga como Otaduy han indicado que el mensaje de Francisco es «el mismo» que el de Juan Pablo II que abordó la cuestión de forma definitiva con un «no».
Concretamente, Otaduy ha apuntado que «la Iglesia tiene una posición nítida» y que «no se trata de que la Iglesia quiera o no, sino que no puede» pues recibe una tradición y hace «lo que Cristo ha hecho».
En esta línea, Labarga ha explicado que, según el documento de Juan Pablo II sobre la cuestión, no puede procederse a la ordenación de mujeres porque «no está nada claro que Jesús tuviera intención de ordenar más que a varones».