(Diogo Ximenes/Luis F. Pérez/InfoCatólica) El Papa destacó como «pilares fundamentales» la tutela y promoción de la vida, la familia, la educación integral, así como como las condiciones para acceso a la salud y la seguridad y arremetió contra la marginación de los más débiles.
«Ningún esfuerzo de 'pacificación' será duradero, ni habrá armonía y felicidad en una sociedad que ignora, que margina, que abandona en la periferia una parte de sí misma, una sociedad así simplemente se empobrece a sí misma», dijo.
Y subrayó que «la medida de la grandeza de una sociedad está determinada por la forma en que se trata a quien está más necesitado, a quien no tiene más que su pobreza».
El Santo Padre exhortó a autoridades y ciudadanos en general a no permanecer indiferentes ante las las injusticias. «Que cada uno -dijo-, según sus posibilidades y responsabilidades, ofrezca su contribución para poner fin a tantas injusticias sociales».
Para Francisco no es la lógica de la cultura del egoísmo y el individualismo la que debe regular la sociedad sino la «cultura de la solidaridad», palabra omitida y olvidada «porque para muchos es incomoda».
El Papa ha destacado asimismo que la Iglesia tiene la obligación de ser "abogada de la justicia y defensora de los pobres ante intolerables desigualdades sociales y económicas, que claman al cielo". Y añadió, dirigiéndose a los residentes en la favela: "La Iglesia está con vosotros, el Papa está con vosotros".
Cariño de los ciudadanos
En su paseo a pie por la comunidad una multitud le expresó innumerables muestras de cariño en medio de gritos de entusiasmo y aplausos que le llamaban «Pai Francisco».
El Papa se detuvo a atender a quien quería dirigirle una palabra o darle algo, rompiendo el protocolo, escuchando con paciencia, prodigando bendiciones y hasta bromeando para finalmente entrar en la casa de una moradora. De hecho abrió su discurso diciendo: «Es bello estar aquí entre ustedes (…) qué hermoso es ser recibido con generosidad, con amor, con alegría».
La visita a una favela corresponde a un deseo expreso del Pontífice, que ya cuando obispo visitaba con frecuencia a sus sacerdotes y fieles en las llamadas 'villas miseria' donde la marginación y el narcotráfico son el pan de cada día.
También en la favela de Varginha, situada en un complejo mayor de barrios pobres en la Zona Norte de Río de Janeiro, la marginación, violencia y el narcotráfico son parte de la vida cotidiana, de hecho el barrio era conocido hasta hace poco tiempo como «Franja de Gaza».
Recientemente una acción del gobierno estatal pacificó la zona inhibiendo las guerras entre grupos de traficantes rivales en la comunidad.
Juan Pablo II ya visitó una favela
No es la primera vez que un Papa visita una favela. Ya en 1980, durante su primera visita pastoral a Brasil, el Papa Juan Pablo II visitó la comunidad de Vidigal, también en Río de Janeiro.
Según los números oficiales del Instituto Brasileño de Geografía y Estadística más de 11 millones y medio de personas viven en 'favelas' (barrios en condiciones precarias de infraestructura y con altos niveles de marginación), que corresponden a 6 por ciento de la población brasileña.