(Daniel Rojas/InfoCatólica) Monseñor Víctor Corral tiene 76 años, es obispo emérito de Riobamba (Ecuador) y desde hace más de 30 años trabaja con indígenas y pobres de su diócesis. Ayer dio una catequesis, en uno de las 300 locales destinados a este fin, a los peregrinos de habla hispana que participan de la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ), en Río de Janeiro.
En el salón había jóvenes de Argentina, Chile, Paraguay, Perú, Venezuela y Uruguay, entre otros países. “Representan a los jóvenes de todo el mundo; traen las esperanzas y las añoranzas de una generación”, dijo durante el encuentro, matizando el tono de su voz. “No se dejen robar la esperanza”, agregó más tarde.
–¿Por qué siempre trabajó con los sectores marginados de la sociedad?
Entiendo que Dios es tan cercano que está en el prójimo. Creo que hay una gran necesidad de tener convicciones propias y de comprometerse por el bien común. La juventud, a su vez, ahí encuentra el sentido de su vida.
–¿Cuándo llegó a Brasil?
Llegué el sábado y estuve en Petrópolis.
–Usted ya participó en las JMJ de Colonia y de Madrid. ¿Qué cree que caracterizará la de Río?
La finalidad es la misma, tal como fue establecida por Juan Pablo II: animar y dar vitalidad a la Iglesia. A la de Río la caracteriza un clima de más alegría y espontaneidad; el gran corazón de su gente.
–¿Qué les desea a los peregrinos que vinieron hasta acá?
Deseo que reafirmen su fe en el encuentro y en el seguimiento al Cristo del Evangelio. Que lo sigan y compartan la paz y la alegría, comenzando por las cosas más pequeñas.