(Notifam/InfoCatólica) Estas fueron las palabras de F. Wojciech Giertych OP, el Teólogo de la Casa Pontificia, en una entrevista reciente con LifeSiteNews.com en la cual el prelado de alto rango relacionó una fascinante historia y proyecciones.
Además de señalar la realidad de las personas que trabajan menos y viven más, lo cual crea inestabilidad económica, el P. Giertych habló sobre «la cuestión moral de gastar dinero y tirarle la deuda a la próxima generación, a una generación que ha sido abortada parcialmente, que no se ha encontrado con la generosidad de los padres», y la describió como «la preparación de un conflicto violento entre generaciones».
«He visto esto desarrollarse, sin duda en Europa», agregó el Padre Giertych. «En Estados Unidos, al menos hay un debate público sobre la moralidad de extender la deuda pública y tirarle la responsabilidad a la generación futura».
Los niños que viven en la pobreza porque sus padres experimentaron una tragedia o guerra, pueden vivir con sus circunstancias, comprendiendo la calamidad que los llevó a su estado, explicó. Sin embargo, contrastó eso con «un vasto segmento de la sociedad que dice que somos pobres comparado con lo que tenía la generación de nuestros padres, no porque hubo alguna catástrofe, sino porque la generación de nuestros padres consumió toda la [riqueza] y nos tiró la responsabilidad a nosotros».
El teólogo del Papa llamó la atención hacia las protestas violentas de jóvenes y el desempleo masivo en toda Europa. «Por lo general protestan diciendo: ‘Tenemos el derecho de recibir’, porque sus padres recibieron becas para sus estudios, recibieron vivienda más económica, entonces tienen esta sensación de derecho, que es una consecuencia del socialismo, alguien tiene que dar».
El P. Giertych advirtió «finalmente habrá un conflicto violento».
Dijo: «Y los estados finalmente dicen: ‘No podemos dar. Hay un límite, sabes. ¿Hasta donde podemos llegar?’ Y por supuesto, el estado puede producir dinero y estar más y más endeudado, pero finalmente habrá un conflicto violento, y la eutanasia es un aspecto de este conflicto, que es una consecuencia directa de la expulsión de la transmisión de la vida y de vivir la sexualidad. Finalmente, se reduce a la anticoncepción, es una consecuencia».
Dijo, la Iglesia tendrá una respuesta para los jóvenes, una respuesta que necesitarán escuchar y se alegrarán de escucharla. «Creo que llegará un momento en el que los jóvenes necesitarán escuchar, se alegrarán de escuchar de parte de la Iglesia una voz que estará de su lado, y una voz que señalará al egoísmo de la generación hedonista que ha distorsionado la sociedad», dijo. «Y ha distorsionado el comienzo de la sociedad en un punto central muy importante, que es la sexualidad… y estamos viendo las consecuencias».
Comenzamos nuestro diálogo con el teólogo papal sobre cómo la Iglesia católica podría defender su ‘dura enseñanza’ sobre la anticoncepción.
F. Giertych enfatizó que la cuestión se trata de una realidad que se aplica a todos. Explicó: «no es solo una cuestión de estar en armonía con la Doctrina de la Iglesia, es estar en armonía con la realidad, con la naturaleza de la persona humana y la naturaleza del amor, que recibimos de Dios, mientras que la Doctrina de la Iglesia nos muestra el camino hacia ese amor supremo».
Para el P. Giertych no hay nada difícil con respecto a la respuesta de por qué la Iglesia católica prohíbe la anticoncepción. «Porque distorsiona la sexualidad humana, y eleva el momento de placer sexual, mientras que niega la finalidad fundamental de la sexualidad, que es la transmisión de la vida», dijo. «La actividad sexual ha sido creada, ideada por Dios, como una forma de transmitir vida y expresar amor, mientras que la anticoncepción separa la transmisión de la vida, a la que excluye, y luego se enfoca exclusivamente en el placer, que genera, como resultado, egoísmo».
«El motivo principal de por qué la Iglesia dice ‘no’ [a la] anticoncepción», dijo el P. Geirtych, «es que destruye la calidad del amor, el amor conyugal, que es una manera de expresar las gracias del sacramento del matrimonio, que es una manera de vivir la caridad divina que está infundida en el cuerpo y alma de los esposos».
Explicó que el «amor conyugal debe ser de calidad suprema» pero la anticoncepción se reduce a decir de la esposa: ‘Hay algo en ti que amo, pero hay algo en ti que odio, y odio que puedas ser madre. Entonces exijo que esto sea envenenado’. Bueno, esto no es amor. No es posible que un esposo diga a su esposa: ‘Te amo verdaderamente’, si al mismo tiempo le exige que envenene en su cuerpo la capacidad de transmitir vida, de ser madre».
«Esa distorsión de la sexualidad», dijo, «distorsiona las relaciones humanas, distorsiona el vivir completamente la sexualidad humana».
Agregó:
«Cuando la sexualidad no está unida con la virtud de la castidad, que entrena a la persona a cómo integrar el deseo sexual dentro de la caridad, entonces todo se tambalea. Y sin dudas estamos viendo esto una vez que la anticoncepción se tornó disponible con tanta facilidad. Estamos viendo, sucesivamente, las distorsiones de la sexualidad, y los problemas en el nivel de las relaciones humanas, de matrimonios que se separan, de una agresividad violenta de las mujeres que descubren que están siendo abusadas como resultado de la anticoncepción, y entonces llegan a un feminismo agresivo, con rabia contra los hombres. La anticoncepción conduce al aborto, porque trata al niño potencial como un enemigo, y si algo sale mal y se concibe a un niño, entonces al niño se lo aborta fácilmente».