(Vatican Insider)
Desde la elección de Francisco la Iglesia mira con otros ojos a Latinoamérica, una región de contrastes que gracias al nuevo Papa es ahora protagonista. No resulta casual, entonces, que la primera etapa del “Patio de los Gentiles” fuera de Europa haya elegido a México como su sede. Este 6 de mayo el presidente del Pontificio Consejo para la Cultura del Vaticano, Gianfranco Ravasi, aterrizó en aquel país en un viaje que lo condujo a tres ciudades: Monterrey, Puebla y el Distrito Federal. En entrevista con el Vatican Insider explica las perspectivas ante el primer pontífice latinoamericano. Y advierte: su elección no significa archivar para siempre la cultura europea.
Desde la elección del nuevo Papa América Latina parece atraer todas las miradas, ¿cómo la ve usted?
Desde fuera, sin mucho análisis, se piensa que el principal problema de América Latina, en el ámbito religioso, son las llamadas sectas. Pero estos grupos son solamente una alerta de otros problemas como, por ejemplo, el retorno a las religiones precolombinas en sus diversas manifestaciones. El otro desafío es la secularización, un problema que supera por mucho a las sectas y que es dominante en la opinión cultural. Ante esto es necesario reconocer que la Iglesia católica es muy vivaz y siente cada vez más la necesidad de afrontar temas clave como la educación y la cultura, para dar respuesta al desequilibrio social que genera violencia y corrupción.
Muchos se preguntan si el Papa Francisco fue elegido sólo por su persona o si existió, además, una apuesta “extra europea” de parte de los cardenales. ¿Qué ocurrió?
Ante todo existe un elemento innegable: el reconocimiento que, a pesar de todos sus problemas, la cristiandad latinoamericana es significativa a nivel cuantitativo y a cualitativo porque es una comunidad muy vivaz, creativa. Los católicos de esa región se convierten en ejemplo para nosotros los europeos, que estamos bloqueados por la secularización pero carecemos de grandes estímulos. Las nuestras parecen comunidades cansadas, desde el punto de vista religioso, mientras aquellas son mucho más reactivas. Esto más allá de la persona de Bergoglio que no era particularmente conocida.
¿Qué vieron los cardenales en su hermano argentino para elegirlo?
Nosotros, pastores occidentales, tenemos un modo expresivo y análisis sí muy preciso pero que no es capaz de entrar en directo contacto con la dimensión de base, que no se plantea muchos razonamientos, requiere testimonios y de estímulos. Nuestras cartas pastorales son, muchas veces, verdaderos documentos con sustento teológico y científico. En cambio ahora existe la necesidad del elemento nacional-popular, del gran horizonte que se nutre sólo de televisión pero que tiene sus problemas. El Papa Francisco incide en las personas simples religiosas, que tenían necesidad de un lenguaje inmediato y de una presencia cercana a la cotidianidad. Por otra parte los indiferentes religiosos, también ellos se sienten atraídos por el nuevo pontífice. Tal vez serán los intelectuales los que comenzarán a tener algunas reservas.
¿Se espera muchas resistencias al Papa Francisco?
Quizás algunos dirán que es necesario un poco más de elaboración intelectual, algo que –estoy seguro- él realizará más adelante. Ahora los niveles más altos han sido también conquistados por esta figura pero exigen un interlocutor que presente las grandes cuestiones, sólidas y eternas, sobre la vida, la sociedad, las grandes decisiones éticas. La gran habilidad del Papa Francisco es seguramente la de llegar a esos temas no desde el alto sino desde la base, desde aquello que la gente espera en su existencia y que progresivamente sube para ofrecer respuestas profundas. Los intelectuales estamos acostumbrados a partir desde el alto.
Ese partir del alto era característico en el Papa Benedicto…
Claro, y también, por ejemplo, es el método que seguimos en el “Patio de los Gentiles”.
¿No se trata de una contradicción?
Para nada, la realidad se puede afrontar desde enfoques diversos. Pero uno solo de estos niveles no basta. Si el Papa continuara sólo hablando al pueblo de cosas inmediatas –algo que por otra parte no hará-, no será suficiente porque los grandes problemas están en el sustrato. La gente no los sabe explicar, pero los vive. En contraparte no sirve usar sólo la teoría, ambos niveles son necesarios. Benedicto XVI hizo un esfuerzo para entrar en contacto directo con el pueblo, demostrando una evidente dificultad. En sus últimos actos la gente veía este esfuerzo, que él hacía porque comprendía bien su importancia. Por ejemplo él participaba a las Jornadas Mundiales de la Juventud y justamente tener la cita próxima de Río de Janeiro, a la cual no podía faltar, lo empujó a presentar su renuncia. Leyendo algunos textos ya traducidos de Jorge Mario Bergoglio se encuentra en ellos este nivel intelectual, aunque expresado siempre en un lenguaje simple.
La elección de un Papa argentino parece haber roto un tabú sobre la nacionalidad del pontífice. ¿Ahora será más fácil elegir un Papa africano o asiático?
En teoría sí, pero sólo en teoría. Aquí debemos destacar que pese a ser Francisco un Papa muy extranjero, ha subrayado con fuerza que es obispo de Roma. En el futuro será indispensable pensar en un Papa europeo o italiano por una razón simple: la cuna de la catolicidad es europea y esta cultura no es una cosa marginal como podría ser la cristiandad asiática o la cultura católica africana, que es aún minoritaria y secundaria. Es el gran patrimonio. No se puede archivar toda la filosofía y toda la teología de dos milenios que el Occidente, sobre todo Europa, ha creado. En este sentido se debe recordar que el Papa es ciertamente universal pero no cesa de tener como su base la cultura europea. ¡Imagínense si tuviésemos que construir la teología de la Iglesia desde las corrientes africanas o latinoamericanas! De hecho Bergoglio estudió en Alemania, un gran autor europeo como Romano Guardini. Por lo tanto es un aspecto que no se puede olvidar.