(Luis Santamaría/InfoCatólica) En el marco del Mes de la Salud, organizado por la Fundación Científica de Caja Rural de Zamora, esta tarde se inauguró la XX Semana de la Familia, convocada por la Delegación Diocesana para la Familia y Defensa de la Vida y celebrada en el paraninfo del Colegio Universitario de la capital. En la inauguración, el doctor José Miguel Diego, director de la Fundación, afirmó que «la familia siempre ha tenido una gran importancia en el papel evangelizador de la Iglesia».
Florencio Gago, delegado diocesano para la Familia y Defensa de la Vida, recordó la historia de estos 20 años de la Semana Familia de Zamora y destacó algunos de los ponentes de gran altura que han pasado por este foro anual. Ángel Gago fue el encargado de presentar al primer ponente de esta edición, Jesús Trillo-Figueroa Martínez-Conde.
Abogado del Estado, Trillo-Figueroa (Cartagena, 1955) es licenciado en Derecho por la Universidad Complutense de Madrid, y también autor de numerosos artículos, estudios y libros sobre temas no sólo jurídicos sino de diversas materias como el arte, la cultura y el pensamiento político. Entre ellos destacan El fundamentalismo islámico (1992), La ideología invisible (2006), Una revolución silenciosa (2007), Una tentación totalitaria. Educación para la Ciudadanía (2008) y La ideología de género (2009). Colabora habitualmente con los medios de comunicación.
Una revolución jurídica
El título de la ponencia fue «Revolución jurídica en España: política sexual e ideología de género». Y Jesús Trillo-Figueroa comenzó explicando que «en España se ha producido en los últimos años una revolución cultural y social, que se constata en una revolución jurídica: lo que se ha cambiado es el Derecho, que conforma la vida de las sociedades».
«En España hoy vivimos la hegemonía de la ideología de género, que se ha impuesto en el discurso social, político y legal de nuestro país», señaló. El género «se concibe como una realidad independiente del sexo biológico, y se asimila al sexo». Para esta ideología, no importa la condición biológica, sexuada, con la que uno nace, sino la identidad que uno adquiere, de forma que el propio sexo se convierte en género: «uno se hace mujer, hombre, homosexual, transexual, bisexual… lo que se quiera elegir. Al final lo que se quiere es conseguir que uno tenga la identidad sexual o de género que le plazca».
«¿Obedece a la realidad, a la biología, a la naturaleza…? En absoluto», afirmó. «Uno nace biológicamente hombre o mujer, y por tanto la naturaleza humana da lugar a personas con condición sexuada. Pero esto no les importa a las ideologías. Y se puede legislar sobre una falsedad, como se ha hecho en España desde 2004. No sólo fue el programa máximo del presidente Zapatero, sino que sigue ahí».
Se trata de una revolución jurídica que ha transformado el Derecho de familia y, por extensión, todo el sistema jurídico, incluyendo los derechos y deberes fundamentales, según el ponente. Actualmente vivimos una de las mejores épocas de la historia, gracias precisamente al reconocimiento de los derechos humanos. Trillo-Figueroa se refirió también a las instituciones del Derecho, como el matrimonio, «que no es un invento de la Iglesia católica, sino algo mucho más viejo. Y como dos personas del mismo sexo no se pueden reproducir, se deforma una institución como ésta».
La centralidad de la política sexual
Hoy en día, según el ponente, «nuestro Tribunal Constitucional se atreve a modificar la Constitución, no sólo a interpretarla, aludiendo a una concepción evolutiva del Derecho, y así lo ha hecho en la última sentencia sobre el matrimonio homosexual». Y durante parte de la intervención analizó los fundamentos y antecedentes de la revolución jurídica en el siglo XX que dio lugar a la denominada «política sexual».
A partir de mayo del 68, y por la intervención del filósofo Marcuse, «la izquierda pasó a hablar de otro tipo de política, que no se fijaba en el proletariado y en lo laboral, sino en el aborto, matrimonio de personas del mismo sexo, liberación de la mujer… y la agenda política se convierte en esto, en la política sexual. Y ahora, a la hora de votar, la política que nos diferencia a unos y otros es esto, la política sexual».
Se da, entonces, lo que el ponente denominó constructivismo jurídico: «el Derecho es el que se construye, no hay naturaleza exterior, no hay nada fuera de la voluntad que decide el partido en el poder». La verdad o no, la justicia o no de una medida depende del consenso, según la ética de Rawls. La justicia auténtica está basada en el voluntarismo, ajeno a toda naturaleza.
La soberanía del relativismo
«Es el relativismo más absoluto, donde ya no hay derechos inalienables, sino lo que decida la mayoría». Esto da lugar a la ideología de género, donde la identidad de la persona depende de la elección o del deseo. Jesús Trillo-Figueroa explicó lo que es una ideología política, como instrumento al servicio de mantener el poder. Y en la ideología de género «todo es sexo, porque el ser humano es instintivo, y está dominado por el eros».
Y se trata de una ideología política revolucionaria, «porque busca el poder y transformar desde ahí la sociedad, mediante el nuevo socialismo radical». El objetivo de todo esto es controlar y mandar, ya sea desde el Gobierno anterior, ya sea desde la influencia cultural del «lobby gay». Y el ponente aclaró en este punto: «yo respeto totalmente la homosexualidad», pero distinguió entre la cuestión importante del origen de esta tendencia y «otra cosa muy diferente que es un concepto político, los gays y lesbianas que hacen ostentación política de su condición, y hacen opción política de ella».
«En España la fuerza del lobby gay es importantísima. La gran mayoría de las ideólogas feministas radicales en nuestro país son lesbianas», afirmó el ponente. Y detalló las consecuencias jurídicas de la ideología de género. Entre otras cosas, el matrimonio homosexual tal como está regulado supone una discriminación con la gran mayoría de españoles que viven el matrimonio heterosexual. Se da una supresión de la naturaleza, el sociologismo, una decisión basada en el voluntarismo (artificial y acientífico) y en el puro deseo y la pura elección de cada uno, llegando así a «la soberanía del relativismo».
El ponente señaló que «se está produciendo una mutación en el mundo entero de las Constituciones sin cambiar las Constituciones, y sin que intervenga, por tanto, el poder soberano del pueblo. Los partidos políticos son realidades cerradas que no representan a los ciudadanos. Y los jueces, que tendrían que aplicar las leyes, las están creando, poniéndose por encima del poder legislativo y ejecutivo».
«Uno de los resultados jurídicos es la legislación contra la violencia de género, que buscando algo bueno como es evitar la violencia familiar, comienza considerando al matrimonio como un ámbito de poder en el que la mujer está especialmente desprotegida, y por tanto se trata de una relación política, de un campo de lucha y odio, se ha convertido en eso por acción del Derecho», explicó, citando la jurisprudencia.
Junto a esto se encuentran medidas como la «ampliación de derechos», el tema de la transexualidad y su regulación, la desaparición del matrimonio, que se convierte en una institución irreconocible por su interpretación evolutiva según los cambios sociales… «y al final la ley de salud sexual y reproductiva, teniendo la mujer el poder sobre la reproducción y el derecho al aborto. Se trata una trasmutación total».
Una ideología que mata
Todo esto supone un antihumanismo, porque se va contra la naturaleza humana, y es algo destructivo. Y lo comparó con «la única ideología basada en la biología que ha habido antes, el racismo», y señaló directamente al nazismo de Adolf Hitler, que no fue inventado por él ni por Alemania, sino por diversas corrientes eugenésicas y racistas.
«La ideología de género es un virus que mata y que ha infectado a la sociedad española. Mata porque su finalidad es impedir la reproducción». Jesús Trillo-Figueroa llamó a «recuperar el ecologismo jurídico, la vuelta a la naturaleza de las cosas». Porque «si el Derecho no se fundamenta en la realidad, y se basa por el contrario en deseos, mal vamos».
Para el camino, el ponente señaló algunas pistas: «hay que volver a una idea de una Constitución fuerte, que garantice la inmovilidad de los derechos fundamentales. Y esto exige una real separación de poderes. Y el gobierno del Derecho, de la ley, no de unos partidos políticos cerrados que sólo miran por sus intereses. Hay que recuperar un Estado al servicio de los ciudadanos, no para servirse de los ciudadanos».