(Ignacio Ortega/Efe) Hilarión, que se reunió en tres ocasiones con el Papa, destacó la clara visión que tenía el pontífice de las relaciones con la Iglesia Ortodoxa Rusa (IOR) y su gran conocimiento de los problemas que enfrentan a ambas iglesias, como es el caso de la Iglesia Católica de rito oriental de Ucrania (uniata).
«Me gustaría expresar la esperanza de que el nuevo papa, cuyo nombre aún no conocemos, siga la misma línea, que sea tan sensible al diálogo entre católicos y ortodoxos, y que esta destacada dinámica positiva durante el papado de Benedicto XVI continúe con su sucesor», dijo.
El jefe de la diplomacia de los ortodoxos rusos destacó que la IOR no puede poner en duda la decisión de renunciar de Benedicto XVI, quien «actuó como un cristiano, (...) actuó como se lo dictó su conciencia». «Yo creo que él tenía en mente el anterior pontificado, cuando Juan Pablo II sufría una grave enfermedad (...) y durante mucho tiempo era de hecho incapaz de trabajar, pero, de todas formas, seguía en el puesto, y otra gente dirigía la Iglesia en su lugar», dijo. En su opinión, «Benedicto XVI no quería repetir esa situación en sus carnes y decidió renunciar para ceder el cargo a alguien más joven y dinámico».
El metropolita aseguró que lo que ocurre ahora en el Vaticano podría ocurrir perfectamente en el Patriarcado de Moscú, ya que el derecho canónico de la IOR también contempla la renuncia voluntaria y la convocatoria de un sínodo de obispos para nombrar al sucesor. «Casos de renuncia voluntaria hubo pocos (en la historia de la Iglesia Ortodoxa), pero los hubo, así que existen tales precedentes», recordó.
En relación al futuro papa romano, Hilarión resalta que en la agenda no figura un posible viaje a Rusia, «un país ortodoxo donde la Iglesia va por la senda del renacimiento tras setenta años de persecución» soviética. «Este asunto fue excluido por Benedicto XVI. Eso sí, se puede hablar de una reunión entre el papa y el patriarca en un terreno neutral, es decir, no en Rusia ni en Italia», indica.
El proselitismo, un escollo en las relaciones
Con todo, para que tenga lugar ese encuentro, advierte de que ambas partes deben lograr un consenso preliminar sobre comportamientos pastorales como el proselitismo y la política en relación con la iglesia uniata. «Si esa reunión no puede reforzar el consenso entre ambas iglesias, sería prematura. No nos interesa sólo el acto protocolario, darse la mano frente a las cámaras. Nos interesa una mejoría significativa de las relaciones bilaterales», apuntó.
Uno de los temas que enfrentan a ambas iglesias es el proselitismo, ya que la IOR traza una diferencia fundamental entre la labor misionera de cristianización y la captación de fieles en territorio de otra confesión cristiana. «Allí donde existan instituciones paralelas de la iglesia católica y la ortodoxa podemos realizar una labor misionera interna, pero debemos abstenernos de cualquier forma de proselitismo. Por ejemplo, si hablamos de Rusia, donde la gran mayoría de la gente es ortodoxa, está fuera de lugar» el proselitismo, asegura.
Hilarión considera que el «el rechazo del proselitismo debe ser mutuo» y que ambas iglesias «deben desarrollar sus relaciones no en el espíritu de competitividad y de robar fieles al otro, sino de cooperación y alianza».
Unidad en la defensa de los principios morales cristianos
El representante de la Iglesia rusa cree que ortodoxos y católicos comparten desafíos comunes, como el relativismo moral, contra los que deben forjar una alianza para defender los valores cristianos tradicionales. «Debemos concentrar nuestros esfuerzos en defender los valores cristianos y morales tradicionales (...) que actualmente están bajo amenaza y puestos en duda por la ideología secular», dijo Hilarión, quien criticó a los protestantes por sumarse a los partidarios del relativismo moral.
Hilarión denuncia que el «secularismo beligerante se plantea como objetivo no la aniquilación del cristianismo, sino la desaparición del cristianismo del espacio social». «Ser cristiano, según ese secularismo beligerante, se puede en el templo en su comunidad social, en el seno de su familia, pero la pertenencia a la fe cristiana no debe influir en la vida del hombre en la sociedad, en su comportamiento, en sus posturas políticas y sociales», advierte.
Además, subrayó que el radicalismo religioso en Oriente Medio y el Norte de África «amenaza la misma existencia de la cristiandad en Siria, Irak, Libia y Egipto (...) y la concordia religiosa forjada durante siglos en Oriente Medio y el Norte de África».