(Efe) «Muchos de nosotros en la Iglesia veíamos este flagelo a través de la óptica de la Iglesia, como un pecado, una debilidad moral, pero confundimos nuestra convicción moral con la necesidad de resolver el problema», explica el cardenal Mahony en una entrevista que publica hoy el diario italiano «Il Corriere della Sera».
El cardenal, de 77 años, que participará en el próximo cónclave para elegir al sucesor de Benedicto XVI, señala que «estos asuntos no se comprendían por aquel entonces de la misma manera que se entienden hoy».
El purpurado agrega que cualquiera que consulte los manuales psicológicos y psiquiátricos de la época «se dará cuenta» de que aplicó los procedimientos sugeridos en aquel entonces por todas las instituciones.
Además, califica de «justa» la necesidad de información que la opinión pública tiene respecto a los casos de pederastia en el seno de la Iglesia católica, pero recuerda que cuando dejó su diócesis, en 2011, «la mala hierba ya había sido extirpada».
En la entrevista, el cardenal afirma que para él «hablan los hechos», dado que los programas de prevención de casos de pederastia adoptados durante su etapa al frente de la diócesis son ahora estudiados como modelos por numerosas organizaciones californianas.
Ante la controversia, recuerda que, una vez que se percató de los hechos, «hizo de todo para repararlos».
Pone de ejemplo el comité Sexual Abuse Advisory Board, que promovió en 1994 en su diócesis para investigar los casos de abusos sexuales ya señalados, para lo que solicitó los servicios de un juez civil, además de contar con la presencia de psicólogos, criminólogos y padres de víctimas.
Es en este momento donde el cardenal sitúa el error, dado que, según sus palabras, no aplicó las funciones de ese comité para investigar los casos de pederastia precedentes, sino que «se centró en los nuevos casos».
No obstante, el arzobispo emérito de Los Ángeles sitúa el principal hito en su lucha contra la pederastia en el encuentro de obispos de Estados Unidos en Dallas (Texas) en 2002.
«Después de Dallas, reforcé los procedimientos existentes y solicité la colaboración de reputados miembros del FBI para investigar las denuncias de abusos sexuales y establecí que, antes de empezar a trabajar con niños, todos los sacerdotes, monjas, legos y voluntarios están obligados a pasar un control que estudie sus antecedentes para evidenciar cualquier indicio de problema», añade.
Ante las numerosas peticiones por parte de asociaciones estadounidenses como Catholics United o la National Survivor Advocates Coalition de que no participe en el cónclave, Mahony reconoce que, «a nivel personal», han supuesto «un momento difícil, ya que todos hablan como si en 20 años no hubiese hecho nada» contra los abusos.