(Agencias/InfoCatólica*) Ocho bomberos vaticanos colaboran desde este lunes con las tareas de rescate de las víctimas del terremoto de los Abruzzos, enviados por la Santa Sede y con el permiso expreso del Papa, según afirmó el comandante de este cuerpo, Domenico Giani, a los micrófonos de Radio Vaticano.
"Durante la noche, apenas se conoció la tragedia, hablé con nuestros superiores, con el obispo Renato Boccardo y con el cardenal Giovanni Lajolo", respectivamente secretario y presidente de la Gobernación de la Ciudad del Vaticano. "Después informamos al Santo Padre, al secretario de Estado y a toda la Secretaría", explicó el oficial.
"Nos pareció obligado, en estos momentos de gran dolor, el que un equipo nuestro de los bomberos estuviera presente para echar una mano", añadió, explicando que las fuerzas de seguridad vaticanas "están también preparadas en este sector de la seguridad y la protección civil".
Los bomberos vaticanos están trabajando en una de las zonas más afectadas, la aldea de Onna, en la que han perdido la vida 41 de sus 250 habitantes. "Han trabajado toda la noche, recuperando cadáveres, pero ahora se dedican sobre todo a asistir a la población, recuperando lo que se puede recuperar y dando apoyo moral", explicó Giani.
"La Santa Sede, con sus diversas estructuras (Cor Unum, Cáritas, etc.), cuando hay una emergencia lleva siempre ayuda en nombre del Santo Padre. En este caso, además de ayuda material y económica, se ha proporcionado también ayuda profesional", añadió.
Por su parte, el ingeniero miembro del equipo enviado a la zona por la Santa Sede, Paolo De Angelis, explicó a la emisora vaticana que la situación "es desastrosa" y que a pesar de ello se está manifestando "la solidaridad entre las personas". "El clima ahora entre los habitantes es de consternación. Aquí sobre todo falta el consuelo a las personas que se han quedado sin nada por el terremoto", añadió.
Monseñor Nozza, director de Caritas italiana, llegó en la mañana de este martes a L'Aquila, ciudad cercana al epicentro del terremoto que sacudió Italia la madrugada del pasado lunes. El director se ha entrevistado con el obispo diocesano, monseñor Giuseppe Molinari, y con el responsable de la Cáritas regional, Alberto Conti. Manifestó su primera impresión de la tragedia: "De un solo golpe, una destrucción muy grave. No hay una sola casa que se haya librado de los derrumbamientos".
En una primera reunión operativa, cuyo contenido ha podido conocer ZENIT, monseñor Nozza explicó que se ha decidido encontrar uno por uno a los párrocos de la zona, "para escuchar de primera mano cuáles son las necesidades más urgentes". Se ha acordado "dividir el territorio afectado en siete áreas para facilitar una intervención homogénea de asistencia".
Está previsto constituir en breve, en una de las parroquias, un centro de coordinación de Cáritas italiana y diocesana, que trabajen no sólo durante la emergencia, sino pensando también, a largo plazo, en la reconstrucción. Otro de los objetivos es proporcionar lugares de acogida para niños, ancianos y enfermos, para que los adultos puedan dedicarse a la reorganización de la vida cotidiana.
"Hay mucha serenidad y resignación en las poblaciones que hemos encontrado —afirma monseñor Nozza—, pero allí donde han perdido a uno, o más, seres queridos, es muy fuerte la pregunta: ¿Dios donde está? A esta pregunta respondemos con la oración y con nuestra cercanía".