Monseñor Fisichella pide señales contra el aborto a los católicos españoles

“Los obispos y los fieles tienen que manifestarse públicamente contra el aborto”

Es la mano derecha del Papa en asuntos de Bioética. Monseñor Rino Fisichella, presidente de la Pontificia Academia para la Vida, amén de rector de la Universidad Lateranense, pasó por Madrid, para inaugurar la Cátedra de Bioética Jerome Lejeune, invitado por la doctora Mónica López Barahona. Claro y directo, mientras algunos prelados españoles deshojan la margarita, el alto prelado vaticano lo tiene claro: “Los obispos y los fieles tienen que manifestarse públicamente contra el aborto”.

(José Manuel Vidal/RD)

- Monseñor, está usted de moda por un artículo publicado en L’Osservatore sobre la excomunión de los implicados en el aborto de la niña brasileña de nueve años violada por su padrastro. Unas declaraciones que quizá se hayan malinterpretado, porque, viniendo de quien vienen, no puede estar usted a favor del aborto, ¿no?

- Creo que la instrumentalización de mis palabras no hace justicia y va contra la comunicación clara entre las personas.

- ¿A qué se debe esa “instrumentalización”, quién pudo tener interés en manipular sus declaraciones?

- No tengo ni idea. Tampoco tengo curiosidad alguna en conocer quién fue en particular. A mí me parece que lo más importante es la claridad de mis palabras, la continuidad y la enseñanza de la doctrina de la Iglesia. El artículo que publicó L’Osservatore Romano es un artículo muy claro. Es una defensa clara de la niña, hacia la que quiere mostrar afecto. Y también es muy claro respecto a la doctrina de la Iglesia y al aborto. Y dice que la doctrina de la Iglesia no se puede modificar en este tema. Y que quien procura un aborto directo, en el mismo instante queda excomulgado.

- ¿Latae sententiae?

- Así es.

- ¿Quiso usted explicar la doctrina, haciendo gala, al mismo tiempo, de entrañas de misericordia?

- La misericordia es la ley de la Iglesia. Pero aquí hay 3 elementos. Primero está la vida inocente de la niña, que tiene que ser defendida porque esta niña fue violada; luego está la actuación de los médicos. Si los médicos realizaron un aborto directo, quedan excomulgados; y el tercer elemento es el violador. Yo lo que escribí es que la prensa italiana tiene que comprender que en esta locura hay también un violador. Y no hay palabras suficientemente duras como para describir el pecado y la violencia cometida por el violador.

- Monseñor, ¿está usted preocupado por la deriva del gobierno español? Se prepara, como sabe, una ley de plazos, de ampliación del aborto...

- Bueno, nosotros tenemos plena confianza en el episcopado de aquí. Los obispos españoles tienen una posición muy clara sobre el aborto, sobre la promoción y la defensa de la vida. Los obispos son los que tienen que combatir en primera persona esa legislación del Gobierno español. De todas maneras, la Iglesia, los obispos, los creyentes... no pueden desentenderse de este problema nunca. Tiene que hacerse oír siempre y manifestarse.

- ¿Incluso públicamente?

- Públicamente, por supuesto. El cristiano es siempre una persona pública.

- Hay una manifestación precisamente el domingo a la que el episcopado acaba de invitar a los laicos, a los fieles católicos. ¿Usted cree que deberían asistir?

- Yo creo que todos, en todas partes del mundo, tenemos que hacer signos concretos en defensa de la vida.

- En España, hay otro caso que también ha saltado a la opinión pública: el del “bebé medicamento”...

- No conozco el caso español, pero sí otros parecidos. Y pienso que no se puede utilizar la vida humana para otro fin, aunque sea la salvación o la salud de otro. La vida humana es sagrada e inviolable. No se puede hacer una experimentación que afecte directamente a un embrión o un niño, porque tienen una sacralidad, una dignidad propia. Como voy a decir en mi ponencia, está inscrito en la dignidad de cada ser humano el que no puede ser violado ni instrumentalizado para nada.

- ¿Cree que la historia pedirá cuentas a la época actual por el drama del aborto?

- Yo creo que sí, que en el futuro las jóvenes generaciones se darán cuenta de toda la brutalidad que sin razón alguna ejercemos hoy en día.

- La Iglesia, en cambio, mantiene en esto una postura muy firme, pero, a menudo incomprendida.

- La Iglesia en este momento puede ser la única voz de defensa de la vida, y muchas veces no es comprendida de manera coherente. Creo que en una sociedad como la española, pluralista, laica y democrática, es un delito no escuchar la voz de todos. Sobre todo la de la Iglesia Católica, porque tenemos el sentido de la vida más profundo. Tenemos 2.000 años de historia, de cultura, de vida y de progreso.

- ¿Qué opina de la polémica suscitada por las declaraciones de Su Santidad sobre el preservativo?

- Creo que cuando se manipulan las palabras del Santo Padre es porque no se quiere escuchar en globalidad la profundidad de los discursos que el Papa pronunció en África. Es decir: la promoción de la mujer, la abolición de la nueva esclavitud... esto el Santo Padre también lo dijo en África. Es, otra vez, una instrumentalización de sus palabras.

- ¿No se puede aplicar, entonces, la “ley del mal menor” con el preservativo respecto al SIDA?

- Bueno, yo creo que es un asunto más global. L’Osservatore Romano publicó el domingo pasado un artículo en el que dice que los mejores resultados contra la enfermedad se consiguieron en Uganda. Ciertamente, no se puede pensar que sólo con el condón se pueden resolver todos los problemas de África o de otra parte.

- ¿Y en casos límite?

- El caso límite es un caso límite, no la normalidad.

- ¿Se puede comparar el aborto con el terrorismo o el Holocausto?

Creo que lo más importante es ver el aborto por lo que el aborto es en sí. Confrontarlo con otras realidades puede provocar malentendidos. Lo que falta es la comprensión profunda: el inicio de la vida humana es siempre una vida humana. Y como tal, hay que respetarla y defenderla. Sobre todo, por la imposibilidad de que se defienda a sí misma.

- Si un miembro del clero enseña en una universidad católica, o en una parroquia, que no hay vida humana, individuo humano, hasta la implantación, es decir, no desde la fecundación, ¿qué deben hacer los fieles?

- Muy simple: le deben decir al presbítero que vaya de nuevo a la escuela. Tienen que decirle: “Escucha, es importante para ti que vuelvas al banco de la escuela”. Ya está. No es un problema de subjetividad, es un problema científico. ¿Cómo se puede decir que no hay vida humana desde el primer momento? Es una cuestión objetiva, y si alguien dice algo extraño, me parece que es porque no alcanza a comprender dónde vive, qué lee, la situación real y el conocimiento científico.

- Luego, monseñor, ¿se equivocaban San Agustín y Santo Tomás cuando decían que hasta el día 40 no había alma racional?

- Su conocimiento médico era limitado. En la época de San Agustín y Santo Tomás no podía hacerse, por ejemplo, una transfusión de sangre. No se puede hablar seriamente, si no se contextualiza en el avance médico y científico de esos tiempos. Tampoco se puede utilizar su pensamiento para oponerlo al de la Iglesia. En la época de Santo Tomás se pensaba que el Sol giraba en torno a la Tierra. Ahora nadie diría que gira en torno a Saturno.

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