(Pablo J. Ginés/La Razón/LFP/InfoCatólica*) Incluso da gracias “a los amigos judíos que han ayudado rápidamente a acabar con el malentendido” del caso Williamson, el obispo lefebvriano que ponía en duda las cifras del Holocausto.
¿Quiénes son entonces los destinatarios de su carta, escrita en un tono herido, muy personal y tremendamente didáctico? Son los obispos que han hecho campaña contra el retorno de los lefebvrianos. Ni un reproche a la Prensa, ni una sugerencia sobre conspiraciones laicistas. El Papa parece revivir la parábola del hijo pródigo, en la que el primogénito, supuestamente fiel, se queja de la generosidad con que el Padre se lanza a recibir al hijo despilfarrador que vuelve a casa.
Ése es el espíritu paterno con que el Papa regaña a los obispos gruñones que sobre todo en Austria, Alemania, Estados Unidos y Reino Unido han insistido en distanciarse del proceso de reconciliación. “Que el gesto silencioso de una mano extendida se haya convertido en un estruendo y así en lo contrario a la reconciliación es algo de lo que debemos tomar nota. Pero ¿es que era realmente malo ir al encuentro del hermano, `que tiene algo en tu contra´, e intentar la reconciliación?”, pregunta el Pontífice alemán. Y añade: “¿Es que puede dejarnos totalmente indiferentes una comunidad en la que hay 491 sacerdotes, 215 seminaristas, 6 seminarios, 88 escuelas, 2 institutos universitarios, 117 hermanos y 164 religiosas? ¿Deberíamos tranquilamente dejarlos al margen de la Iglesia?”
Y en un tono poco acostumbrado para un Papa añade: “Uno tiene la impresión de que la sociedad necesita al menos un grupo sin derecho a tolerancia alguna, al que se pueda odiar sin problema. Y quien se trate con él -en este caso el Papa- también perderá el derecho a la tolerancia y sin límites podrá ser odiado también”.
Diferencias doctrinales con la FSSPX
El Santo Padre reconoce en su escrito que existen diferencias doctrinales con la Fraternidad Sacerdotal de San Pío X, y por ello hará que la comisión Ecclesia Dei, creada para lograr la reunificación de los lefebvristas con la Iglesia, trabaje en conjunción con la Congregación para la Doctrina de la Fe, presidida por el cardenal Levada. Benedicto XVI advierte que "debe quedar claro a la Fraternidad" que no puede "congelarse" el Concilio Vaticano II ni el magisterio papal posterior, pero advierte a algunos de los que se autoproclaman como "grandes defensores del Concilio" que el mismo debe ser visto en la perspectiva de toda la historia doctrinal de la Iglesia. "Quien quiere ser obediente al Concilio ha de aceptar la fe de los siglos y no debe cortar las raíces por las cuales el árbol vive", asegura el Papa.
Texto de la Carta del Papa en castellano