(Agencias/ReL) De acuerdo con el lema de la Jornada, "El profesor cristiano, testigo de una experiencia", monseñor Rouco Varela señala que esta jornada es "una oportunidad renovada" de acercarse al mundo educativo, "tan importante para la misión evangelizadora de la Iglesia, que sabe valorar los esfuerzos de tantos profesores", que en colaboración con las familias trabajan por una "enseñanza de calidad". Y asegura que espera y desea que "sirva de ocasión para el encuentro, la oración y la comunión en la fe y que impulse a nuestros docentes a ser testigos de la experiencia evangélica en su quehacer educativo".
El cardenal Rouco destaca que la familia es esencial para la educación: "En una sociedad individualista, donde la influencia cultural tiende a forjar un hombre fragmentado y fascinado por una libertad desvinculada, aún cobra más importancia la vocación educadora de la familia como instancia humanizadora". "En ella, el individuo experimenta la importancia irremplazable de sentirse amado para aprender a amar, librándole de la experiencia de la soledad -en la que tantas veces se encuentra- cuando busca la felicidad reduciéndola a la mera satisfacción de los deseos", añade.
Al mismo tiempo considera que aunque es "fundamental" el quehacer educativo de la familia, ésta necesita de otras instancias que le ayuden a conseguir la formación integral de los hijos, "pues en sí misma es incapaz de ofrecerles toda la ayuda que necesitan". De ahí, el papel de la escuela, que, siempre de forma subsidiaria a los padres y en íntima colaboración con ellos, "ha de procurar educar a los alumnos de manera que aprendan a ser personas, para lo cual no basta con transmitir sólo conocimientos y habilidades prácticas, sino también educar las conciencias en la virtud", apunta Mons. Rouco Varela.
El arzobispo de Madrid reconoce que "es fácil dejarse llevar por el desánimo ante el malestar de tantas familias, que no saben cómo educar a sus hijos, y tantos profesores cristianos que se sienten contrariados en su actividad docente por la presión de algunas corrientes culturales, que promueven unos modelos de comportamiento alejados de la verdad que ayuda a dar sentido a la vida".
Para el Cardenal, "el profesor cristiano, desde su profunda convicción de fe y aprovisionado de un conjunto de competencias culturales, psicológicas y pedagógicas, deba acompañar a los alumnos en la búsqueda de la verdad, ayudándoles a sortear los atajos del subjetivismo, relativismo y nihilismo, tan presentes en nuestra sociedad, que les incapacita para una apertura a la trascendencia y una acogida libre sincera de la verdad revelada en Jesucristo".
En este Año Paulino, propone la figura de San Pablo, "maestro, apóstol y heraldo de Jesucristo, que quiere hablar con nosotros hoy", como "un estímulo y una ayuda para los profesores cristianos a la hora de vivir su vocación al servicio de la tarea educativa". Por eso, explica, “el profesor cristiano, siguiendo el ejemplo del apóstol, ha de procurar ser un testigo fiel de la fe y la verdad”.