(Agencias/InfoCatólica*) Al acto asistieron el presidente ruso, Dmitri Medvédev; el primer ministro, Vladímir Putin; la viuda de Yeltsin, Naína; varios mandatarios extranjeros; la jefa de la Casa Imperial rusa, la Gran Duquesa María Románova; y el cineasta Nikita Mijalkov, entre otros.
La Iglesia Católica estuvo representada por el cardenal Walter Kasper, presidente del Consejo Pontificio para la Unidad de los Cristianos. También asistieron los más de 700 arzobispos, clérigos y seglares que integran el concilio general de la IOR que el pasado martes eligió a Kirill en votación secreta.
La ceremonia se prolongó durante varias horas, lo que no arredró a los miles de fieles que comenzaron a hacer cola a las puertas del templo a las siete de la mañana, pese a los 20 grados bajo cero que marcaban los termómetros en Moscú. La llegada de Kirill al templo en limusina fue recibida con quince minutos de repique de las cinco campanas de la catedral y el tradicional pan con sal, símbolo de bienvenida en este país.
Como reza el tradicionalista ritual ortodoxo, Kirill fue conducido al altar, donde fue sentado tres veces en el trono del Patriarca, situado bajo un gigantesco mural que describe la última cena de Jesús. "Larga vida!", corearon al unísono los clérigos cuando Kiril se sentó en el trono del Patriarca de la IOR, una de las iglesias más importantes del mundo, con más de cien millones de fieles en los cinco continentes.
Seguidamente, Kirill recibió los símbolos que le definen como jefe de la Iglesia Ortodoxa: la mitra dorada, la casulla negra, el manto verde, dos medallones con la imagen de la Virgen y el báculo de madera negra. El báculo patriarcal, que fue cedido especialmente para la ocasión por el museo del Kremlin, perteneció originalmente al Santo Piotr (siglo XIV), que fue quien trasladó la sede de la IOR a Moscú. El Patriarca, de 62 años, recibió también un cetro y una bandera con las iniciales PK (Patriarca Kiril), tras lo cual ofició personalmente la eucaristía.
"El Patriarca es el defensor de las fronteras canónicas exteriores de la Iglesia (...) siempre estaré abierto al diálogo con las Iglesias hermanas", señaló Kirill durante su homilía, en la que criticó el "relativismo moral" del mundo actual. La ceremonia, durante la que sonó música compuesta por un diácono cuyo padre fue fusilado bajo la URSS, concluyó con las felicitaciones por parte de Medvédev y Putin, ambos creyentes y que mantenían una estrecha relación con el anterior Patriarca.
Medvédev pronunció una pequeña alocución en la que describió la entronización de Kirill como "una gran acontecimiento en la vida de Rusia y todo los pueblos ortodoxos". "Rusia es un Estado complejo, donde viven muchos pueblos con distintos credos. Por eso, la misión del Patriarca es extraordinaria", dijo. El jefe del Kremlin deseo "fuerza y salud" a Kirill y también hizo votos porque la IOR y el Estado sigan cooperando y dialogando por el bien de Rusia.
Según las agencias rusas, esta es la primera vez en la historia moderna de este país que el máximo dirigente político del país felicita al nuevo Patriarca de la iglesia. La anterior entronización se produjo en tiempos de la URSS (1990), cuando el máximo dirigente era el reformista Mijaíl Gorbachov, que fue quien firmó el decreto sobre la libertad religiosa, pese a ser ateo. A partir de ahora, el 1 de febrero será fiesta de guardar para todos los ortodoxos.
Kirill, que ejerció desde 1989 el cargo de jefe de la diplomacia de la IOR, se reunirá el martes con el primer mandatario extranjero, el presidente cubano, Raúl Castro, al que condecoró recientemente en La Habana por aprobar la construcción de una iglesia ortodoxa. El nuevo Patriarca es un considerado un firme partidario del ecumenismo, al igual que el Papa Benedicto XVI, con el que se entrevistó en el Vaticano en 2007, lo que ha alimentado las esperanzas de que ambas iglesias superen el cisma que las separa desde 1054. Además, Kirill es partidario de convertir en obligatoria la asignatura de religión ortodoxa, pese a que en Rusia hay otras tres religiones oficiales (Islam, Judaísmo y Budismo), y de relajar ciertas costumbres para que los jóvenes regresen a las iglesias.