(RV) En el marco de la diócesis de Bressanone, donde está pasando unos días de reposo, el Santo Padre Benedicto XVI ha presidido esta mañana el primer rezo mariano del Ángelus de este mes de agosto. Tras el saludo del obispo de las diócesis de Bolzano-Bressanone, Mons. Egger, el Papa ha recordado en alemán, a modo de catequesis, el significado de los textos que la Liturgia de hoy nos propone, pasando después a agradecer la acogida recibida y saludar con afecto a los miles de files congregados en la plaza de la Catedral de Bressanone.
Después de estas palabras en alemán que Benedicto XVI ha dirigido a todos los presentes, en italiano ha evocado la figura del Papa Pablo VI, en el 30º aniversario de su fallecimiento el 6 de agosto. Precisamente un 6 de agosto de 1978, fiesta de la Transfiguración de Jesús, Pablo VI dio su espíritu a Dios. Benedicto XVI ha recordado la figura de este supremo Pastor de la Iglesia que guió al pueblo de Dios a la contemplación del rostro de Cristo, Redentor del hombre y Señor de la historia. En concreto, ese amor hacia Cristo fue uno de los puntos cardinales del Concilio Vaticano II, que después heredaría el Siervo de Dios Juan Pablo II, relanzándolo en el gran Jubileo del 2000.
Porque Cristo es el punto central de las Sagradas Escrituras, del corazón de la Iglesia, del mundo y de todo el universo, ha enfatizado el Santo Padre recordando después, como la Divina Providencia llamó a Giovanni Battista Montini desde la Cátedra de Milán, a la de Roma, en el momento más delicado del Concilio, cuando la intuición del Beato Juan XXIII arriesgaba no tomar forma.
“¿Cómo no agradecer al Señor su fecunda y valiente acción pastoral? A medida que nuestra mirada se alarga en el pasado y se hace más consciente, aparece siempre más grande, casi sobrehumano, el mérito de Pablo VI al presidir la Asamblea conciliar, y conducirla felizmente a término, gobernando la inestable fase del post-Concilio. Realmente podríamos decir, como el apóstol Pablo, que la gracia de Dios “en él no fue vana” (cfr 1 Co 15,10): ha valorizado sus dotes características de inteligencia y su amor apasionado por la Iglesia y por el hombre. Mientras damos gracias a Dios por el don de este gran Papa, nos comprometemos a poner en práctica sus enseñanzas”.
Y tras el rezo mariano del Ángelus y del responso por los fieles difuntos, Benedicto XVI -antes de saludar a todos los presentes en varias lenguas- ha dirigido unas palabras de saludo a los participantes, el próximo 8 de agosto, en las XXIX Olimpiadas de Pekín. “Envío mi mejor deseo a todos los participantes para que den lo mejor de sí mismos. Sigo con profunda simpatía esta gran cita deportiva –ha proseguido el Papa- y deseo vivamente que ofrezca a la comunidad internacional un ejemplo válido de convivencia entre personas de distintas proveniencias, en el respeto de la dignidad común. Qué el deporte sea, una vez más, un compromiso por la fraternidad y la paz entre los pueblos”.
Por último, tras saludar en alemán, inglés, francés, polaco y ladino –dialecto que se habla en la zona de Bressanone- el Papa ha saludado en español, éstas han sido sus palabras: “Queridos amigos, dentro de tres días se conmemorará el trigésimo aniversario del fallecimiento del Papa Pablo VI. Quisiera recordar devotamente con vosotros su quehacer pastoral, desempeñado de modo fecundo y audaz. Con el pasar de los años se aprecia cada vez más la grandeza que demostró presidiendo la segunda parte del Concilio Vaticano II, llevándolo felizmente a término y gobernando la Iglesia en la delicada fase postconciliar. A la vez que damos gracias a Dios por el don de este gran Pontífice, os invito a sacar provecho también hoy de sus enseñanzas. Muchas gracias ».
Pero antes del rezo mariano del Ángelus, a las diez de la mañana el obispo de Bressanone, Mon. Egger, en la plaza del Duomo ha presidido la Santa Misa. Al inicio de su homilía, Mons. Egger ha reflexionado sobre la lectura del Evangelio referida a la multiplicación de los panes y los peces, que “ayuda a entender mejor el significado de la celebración eucarística de este domingo con el Ángelus del Santo Padre”.
Invitando después a dar una mirada a Jesús, a los apóstoles y, a la luz de este Evangelio, a la propia Iglesia, Mons. Egger ha agradecido a Dios la confianza depositada en los hombres para que distribuyan el pan. “En este día –ha señalado el obispo de las diócesis de Bolzano-Bressanone- agradecemos particularmente el servicio del Papa que ha recibido el encargo por parte de Cristo, de ayudar a los hombres en sus necesidades”.