(Jesús García/La Razón) Estafadores. Secuestradoras. Maltratadores de niños. Comuna. Secta. Estos son sólo algunos de los apelativos atribuidos con cierta frecuencia a los casi trescientos miembros de una asociación pública de fieles de la Iglesia católica: los Reparadores de Nuestra Señora la Virgen de los Dolores, aprobada el 14 de junio de 1994 por el entonces arzobispo de Madrid, el cardenal Ángel Suquía.
Todas estas acusaciones se han vertido especialmente sobre Luz Amparo Cuevas, quien se dice vidente de la Virgen María en El Escorial (Madrid), y fundadora de esta asociación de fieles. Todo empezó el 14 de junio de 1981 cuando Cuevas contempló en Prado Nuevo, a las afueras de El Escorial, la supuesta aparición de la Virgen María sobre un fresno. Prado Nuevo es hoy un lugar de oración y recogimiento al que acuden miles de personas para fortalecer su espiritualidad y rezar el rosario.
A pesar de las acusaciones que ha recibido la supuesta vidente, lo que se percibe al visitar alguna de las sedes de esta asociación es un significativo número de personas libres que, a través de unos votos privados, entregan su vida a Dios y al servicio de la Iglesia.
Reconocidos por Suquía
Basta con leer sus estatutos, aprobados por el cardenal Suquía en 1994, dándole el estatus jurídico eclesial por el que se rige, para ver que la finalidad de dicha asociación es «la santificación de sus miembros viviendo, en la medida de los posible, vida comunitaria como los primeros cristianos y haciendo suyo el lema "amor, unión y paz". Por ello tienen especial interés en el servicio a personas necesitadas.
De esta asociación se desprenden tres ramas diferentes. La de las Hermanas Reparadoras está formada por «mujeres célibes o viudas, dedicadas especialmente a la atención de las personas necesitadas». Estas mujeres «están consagradas con votos privados de pobreza, castidad y obediencia, y viven en comunidad», según recogen sus estatutos.
Este pequeño ejército de hábitos blancos, que lo forman setenta y cuatro mujeres consagradas, «tiene como fin su propia santificación mediante el servicio a los necesitados, viendo en ellos a Cristo Redentor, viviendo los consejos evangélicos y dando a su vida sentido reparador».
La rama denominada Comunidad Familiar está constituida por seglares, hombres y mujeres laicos, casados o solteros, que, de común acuerdo y junto con sus hijos menores de edad, quieren llevar una vida semejante a la de los primeros cristianos. Se da la circunstancia de que esta comunidad, que en la actualidad la forman unas treinta personas, se sustenta de su propio trabajo, es decir, es una comunidad autosuficiente, y dedican tanto sus bienes como el excedente de su trabajo, a cubrir las necesidades de caridad de la asociación.
La Comunidad Vocacional la forman hombres célibes que se sienten llamados a vivir en comunidad bien a través del sacerdocio o bien llevando una vida de oración.
La archidiócesis de Madrid cuenta a día de hoy con siete sacerdotes en labores pastorales miembros de esta rama de la asociación, dos de ellos ordenados por el arzobispo de Madrid, el cardenal Rouco Varela, el pasado mes de mayo. Además, hay otros siete seminaristas, de los que seis cursan estudios en el seminario de la capital.
La Iglesia no ha aprobado las apariciones
Sobre lo concerniente a las supuestas apariciones, la Iglesia nada dirá hasta dentro de mucho tiempo, mientras no observe algo que atente contra la doctrina católica. Es el actuar ordinario en lo que al estudio de una posible aparición se refiere, debido a la prudencia y el rigor con que se llevan estos asuntos. Por otro lado, la justicia ordinaria no se mete a demostrar si esta mujer ve o no a la Virgen. Además, la asociación no se quiere defender en los tribunales de la multitud de acusaciones que reciben. «No es nuestra manera de actuar... por ahora», aseguran. Sin embargo, sus asesores legales sí les han aconsejado hacerlo, ya que piensan que muchas de las cosas que se han dicho de ellos no tienen base alguna y faltan a la verdad -cuando no al honor-, sobre ellos.