(María Martínez/Alfa y Omega) Monseñor Padovese, Presidente de la Conferencia Episcopal de Turquía, es la cabeza visible del 0,05% de la población turca que profesa la fe católica. En su residencia de Ishkenderun (entre Tarso y Antioquía), habla con un grupo internacional de periodistas sobre el Año Paulino y las relaciones de la Iglesia con el Estado y las demás confesiones
¿Qué significado tiene para ustedes este Año Paulino?
En una Carta pastoral definimos a San Pablo como el Apóstol de la identidad cristiana. En un momento en el que hay iniciativas de diálogo ecuménico e interreligioso, es fundamental que cada uno tenga conciencia de lo que es y de la propia fe. La fe cristiana no es fe en Dios, sino en la imagen de Dios revelada en Jesús. Es importante que los cristianos de todo el mundo tengan conciencia de que Turquía es la tierra en la cual el cristianismo ha crecido y ha madurado. Podemos situar sus raíces en Palestina, pero el tronco se encuentra aquí, y las ramas en Europa, en América...
¿Cuál es la situación actual de los cristianos en Turquía?
La relación con las autoridades oficiales musulmanas es buena. En Turquía el Islam es muy plural. Es un efecto positivo del laicismo. Pero también hay radicales. Esto no es sólo un problema religioso, sino de un tipo de nacionalismo mezclado con algo de Islam. Otra dificultad es mantener una estructura en pie para tan pocas personas.
¿Y las relaciones ecuménicas?
Las dificultades nos han unido mucho. El ecumenismo no es una demanda que viene de arriba, sino del hecho de que cristianos de distintos ritos y confesiones se casan entre sí. Por esto, y por la diferencia de calendarios, hay gente que celebra dos veces la Pascua, o familias donde el marido está en Cuaresma mientras la mujer ya celebra la Pascua.
¿Hay problemas por las conversiones? ¿Se les acusa de proselitismo?
No es nuestra intención convertir a los musulmanes. Claro que estamos abiertos, pero somos muy cuidadosos, porque a veces viene gente pidiendo el Bautismo por otros motivos (por dinero, para conseguir ayuda para ir a Europa o América...) La ley acepta la conversión, pero el problema es cultural. No es tan fácil. A veces, uno tiene que mudarse, o aceptar la discriminación en el trabajo, entre los amigos...
Como otras, la antigua iglesia de Tarso es ahora un museo.
La Conferencia Episcopal ha solicitado al Primer Ministro un lugar de culto para los cristianos en Tarso: devolver la antigua iglesia al culto, o construir una nueva. La misma petición le ha llegado del cardenal Meisner, arzobispo de Colonia, y de la Conferencia Episcopal Alemana. El Primer Ministro dijo que haría todo lo posible. Todavía no hemos recibido respuesta. Se concede, por el Año Paulino, que no se pague la entrada a quienes vayan a rezar. Me parece poco, porque pensamos que esto afecta al derecho a la libertad religiosa. Debemos llegar a un concepto de laicidad que no es la laicidad que niega la religión.
¿Cómo pueden ayudar los católicos de todo el mundo a sus hermanos turcos?
Venir ya es una ayuda, mostrando que, en Occidente, hay un mundo cristiano que cree, que no es tan superficial como tantas veces pueden dar la impresión los turistas. Éste es el testimonio que pueden dar los peregrinos.