(MailOnSunday/InfoCatólica*) Según un informe de 180 páginas publicado por la Iglesia de Inglaterra, el gobierno sólo tiene "palabras vacías" con el cristianismo mientras que favorece al Islam y otras religiones minoritarias. La práctica totalidad de los setenta obispos anglicanos y doscientas cincuenta personalidades del anglicanismo que han contribuido a su redacción se sienten "traicionados" por el gobierno laborista. El arzobispo de Canterbury, primado de la comunión anglicana, se encuentra entre los firmantes del documento.
El estudio critica las políticas de Tony Blair y Gordon Brown por centrarse "intensamente" en los credos minoritarios a la vez que dejaban de lado la fe anglicana. El texto acusa igualmente a los laboristas de ignorar la quiebra moral de la sociedad y de su incapacidad para reconocer el potencial de la Iglesia en el manejo de los asuntos públicos.
El informe asegura que "encontramos por parte del gobierno una significativa carencia de entendimiento e interés en la actual y potencial contribución de la Iglesia de Inglaterra en la esfera pública. Además, se nos ha dicho que el gobierno ha decidido, conscientemente, enfocarse casi exclusivamente en las religiones minoritarias".
El estudio, que acusa al gobierno de "analfabetismo religiosos" reclama la creación de un "ministerio de asuntos religiosos" que pueda canalizar el potencial de las reservas de voluntarios de las iglesias cristianos implicados en tareas caritativas.
La publicación del informe se ha realizado días después de que el arzobispo de York, Dr John Sentamu, acusara a Gordon Brown de sacrificar la libertad por un erróneo concepto de la igualdad y de traicionar el principio laborista de "derechos y responsabilidades".
Se espera que Brown -quien enfatizó la firmeza de su compromiso moral al convertirse en Primer Ministro- no encaje fácilmente el golpe. Además, el estudio alaba los planes de los conservadores para dar un golpe definitivo a la pobreza en el país, lo cual supondrá un cambio en las relaciones entre la Iglesia y los Tories, que no se habían recuperado del enfriamiento que sufrieron durante el gobierno de Margaret Thatcher.