(José R. NAvarro/InfoCatólica*) «La propuesta de este libro es ofensiva», confiesa su autor, Isidro Catela, en la introducción, expresándose en términos futbolísticos. En «Entrevistas con doce obispos españoles» (La Esfera), el director de la Oficina de Información de la Conferencia Episcopal no pretende jugar a la contra, buscando el contragolpe, sino «al ataque», como una «respuesta pacífica», a quienes pretenden relegar «a los católicos, en general, y a los obispos, en particular», a las sacristías.
Quizás por ello, en entrevistas hechas a la medida de cada obispo, el libro está plagado de respuestas que han dado los titulares en la información religiosa de los últimos años, como cuando el cardenal Rouco, arzobispo de Madrid y actual presidente del Episcopado, explica que en la «ideología de género» y en las leyes «que se inspiran en ella, como la del supuesto matrimonio de homosexuales, se expresa la rebeldía del hombre contra sus límites biológicos». O su antecesor en la presidencia de la CEE y obispo de Bilbao, que afirma con convicción que el terrorismo «es una lacra para todos» y que «ETA tiene que desaparecer sin dilaciones ni contrapartidas. ETA, que ha causado un sufrimiento inmenso, no puede pretender que se le premie por dejar de atentar». Por su parte, Fernando Sebastián, quizás más libre para contestar desde su condición emérito de Pamplona, condena el «frentismo político» que vive la sociedad española.
Pero también, en respuesta al objetivo de Catela de que se descubra que los obispos «no se limitan a pronunciar juicios y condenas», los prelados muestran su el cardenal Cañizares confiesa que el propio Benedicto XVI le llama en ocasiones «il piccolo Ratzinger». «Ójala que Dios me concediera parecerme más a él», afirma el arzobispo de Toledo.
En este plano humano resulta sobrecogedor el relato del fusilamiento de sus padres, al mes de iniciarse la Guerra Civil, vivido por un niño de diez años, Gabino Díaz Merchán, que tiempo después sería presidente de la Conferencia Episcopal, de 1981 a 1987, y arzobispo de Oviedo hasta 2002.