(José A. Méndez/Alfa y Omega) El gigante asiático vive un momento histórico: tras el seísmo que ha causado más de 71.000 víctimas mortales, la perseguida Iglesia china se ha movilizado para auxiliar a los afectados. Además, mientras las autoridades afirman «estar listas» para el diálogo con el Vaticano, este sábado, día 24, se ha celebrado la Jornada de Oración por China, que el Papa convocó hace meses. Una Jornada para la que el Pontífice ha compuesto una plegaria a Nuestra Señora de Sheshan, en la que el pueblo «implora la protección» de la Virgen
Tras el terremoto que ha causado más de 71.000 víctimas mortales y miles de damnificados, las autoridades comunistas se han visto sorprendidas por la actitud de la Iglesia católica del país: a pesar de estar oficialmente perseguidos, los católicos se han movilizado para auxiliar a los afectados por el seísmo y trabajar mano a mano con los equipos de rescate organizados por el régimen de Pekín. Según confirmó hace unos días el cardenal Joseph Zen Ze-Kiun, obispo de Hong Kong, la Iglesia está actuando «para ofrecer una ayuda inmediata a la población golpeada, y difunde un llamamiento a la comunidad católica para recoger ayudas de emergencia». También la agencia Fides informó de que, en las diócesis más afectadas, sacerdotes y obispos están movilizando a los cristianos para que ofrezcan su ayuda a las víctimas. De este modo, los perseguidos prestan una ayuda fundamental al trabajo de sus perseguidores -las autoridades comunistas-, con el fin de tender una mano a quienes lo necesitan. El cardenal Zen, a quien el terremoto sorprendió en Italia, aseguró que «vamos a enviar ayudas a través de Cáritas y de la Cruz Roja», y añadió que «habrá que prever intervenciones a largo plazo para la reconstrucción», pues «se necesita un período largísimo antes de que la gente pueda volver a la normalidad».
De momento, viaje no
La cercanía del Papa Benedicto XVI al pueblo chino está abriendo una brecha en el llamado telón de bambú, tendido desde Pekín para evitar que se anuncie el Evangelio por el gigante asiático. No sólo por la Carta que escribió hace un año a la población católica de China, sino por los constantes gestos de apoyo hacia los fieles, el Gobierno y la llamada Iglesia Patriótica, controlada por las autoridades comunistas. De hecho, tras el terremoto, el Santo Padre afirmó estar «cerca espiritualmente de las personas sometidas a la dura prueba de una calamidad tan devastadora», e invitó a los católicos del mundo a «uniros conmigo en la oración ferviente por todos los que han perdido la vida».
Acaso porque la llave de la oración será la definitiva para abrir China a la fe de Cristo, el Pontífice convocó, hace varios meses, una Jornada de Oración por China para el próximo sábado, día 24. El mismo Benedicto XVI ha compuesto una oración a la Patrona del país, Nuestra Señora de Sheshan, en la que «implora la protección» de la Virgen. Además, pide a María que aliente el compromiso de los cristianos chinos, «para que nunca teman hablar de Jesús al mundo y del mundo a Jesús», y para que se mantengan «unidos a la roca de Pedro».
Los mensajes de concordia también provienen del lado asiático: tras el concierto que la Orquesta Filarmónica China ofreció al Papa, a principios de mayo, el ministro de exteriores afirmó que Pekín «está listo» para mejorar las relaciones con el Vaticano. Algo que, en opinión del cardenal Zen, hay que tomar con cautela. El obispo de Hong Kong afirmó que «no ha llegado el momento para que el Papa visite China», pues «su viaje sería instrumentalizado, incomprendido y no serviría de nada a los fieles de la Iglesia romana». Además, el purpurado lamentó que «en China no hay libertad religiosa» y que «el Gobierno quiere controlarlo todo, es omnívoro». Así, parece que la única vía posible sigue siendo la de la oración.
Oración del Papa por China
Virgen Santísima, Madre del Verbo encarnado y Madre nuestra, venerada con el título de Auxilio de los cristianos en el santuario de Sheshan, a la que se dirige con devoción toda la Iglesia en China, hoy venimos ante ti para implorar tu protección. Mira al pueblo de Dios y guíalo con solicitud maternal por los caminos de la verdad y el amor, para que sea siempre fermento de convivencia armónica entre todos los ciudadanos. Con el dócil Sí pronunciado en Nazaret, tú aceptaste que el Hijo eterno de Dios se encarnara en tu seno virginal, iniciando así en la Historia la obra de la Redención, en la que cooperaste después con solícita dedicación, dejando que la espada del dolor traspasase tu alma, hasta la hora suprema de la Cruz, cuando en el Calvario permaneciste erguida junto a tu Hijo, que moría para que el hombre viviese. Desde entonces llegaste a ser, de manera nueva, Madre de todos los que acogen a tu Hijo Jesús en la fe y lo siguen tomando su Cruz. Madre de la esperanza, que en la oscuridad del Sábado Santo saliste al encuentro de la mañana de Pascua con confianza inquebrantable, concede a tus hijos la capacidad de discernir en cualquier situación, incluso en las más tenebrosas, los signos de la presencia amorosa de Dios. Señora nuestra de Sheshan, alienta el compromiso de quienes en China, en medio de las fatigas cotidianas, siguen creyendo, esperando y amando para que nunca teman hablar de Jesús al mundo y del mundo a Jesús. En la estatua que corona el santuario, tú muestras a tu Hijo al mundo con los brazos abiertos en un gesto de amor. Ayuda a los católicos a ser siempre testigos creíbles de este amor, manteniéndose unidos a la roca de Pedro sobre la que está edificada la Iglesia. Madre de China y de Asia, ruega por nosotros ahora y siempre. Amén.