(VIS) El Papa asistió ayer por la tarde en el Vaticano, a un concierto ofrecido en su honor por el presidente de la República italiana, Giorgio Napolitano, con motivo del tercer aniversario de pontificado.
La orquesta y el coro sinfónicos "Giuseppe Verdi" de Milán, dirigidos respectivamente por Oleg Caetani y Erina Gambarini, interpretaron composiciones musicales de Luciano Berio, Johannes Brahms y Ludwig van Beethoven.
El Papa siguió el concierto desde el pasillo central del Aula Pablo VI, acompañado por el presidente Napolitano y por su hermano mayor, monseñor Georg Ratzinger.
Al final, Benedicto XVI agradeció al presidente Napolitano el regalo del concierto, en el que, aseguró, "reconozco también un ulterior signo del gran afecto que el pueblo italiano nutre por el Papa".
Tras dar las gracias también al coro y a la orquesta, el Santo Padre alentó a la Fundación "Giuseppe Verdi" a "proseguir con el prestigioso proyecto artístico y cultural que habéis emprendido, y que se avalora también por el esfuerzo para que la música alivie situaciones difíciles, como se verifican por ejemplo en hospitales y cárceles".
El Papa hizo referencia "al valor espiritual del arte musical, llamado de manera particular a infundir esperanza en el espíritu humano, tan marcado y a veces herido por la experiencia terrena. Existe una misteriosa y profunda relación entre música y esperanza, entre canto y vida eterna: por este motivo la tradición cristiana representa a los espíritus bienaventurados mientras cantan en el coro, raptados y extasiados por la belleza de Dios. Pero el arte auténtico, como la oración, no nos aleja de la realidad cotidiana; es más, nos conduce a ella para "impregnarla" y hacer que reviva, para que dé frutos de bien y de paz".
"Las majestuosas interpretaciones que hemos escuchado -continuó- nos recuerdan además el valor y la importancia universal del patrimonio artístico". En este sentido, el Santo Padre se refirió a las jóvenes generaciones, que pueden lograr "nueva inspiración al acercarse a este patrimonio, para construir el mundo según los proyectos de justicia y de solidaridad, valorando, al servicio del ser humano, las múltiples expresiones de la cultura mundial".
Hablando de la "importancia de la educación a la auténtica belleza para la formación de los jóvenes", Benedicto XVI señaló que "el arte en su conjunto contribuye a afinar su ánimo y orienta a la construcción de una sociedad abierta a los ideales del espíritu".
"Italia, con su excepcional patrimonio artístico, puede jugar en este contexto un papel importante en el mundo: la cantidad y la calidad de monumentos y de obras de arte que posee la convierten de hecho en "mensajera" universal de todos estos valores que el arte expresa y al mismo tiempo promueve. El júbilo del canto y de la música -concluyó- suponen además una invitación constante para los creyentes y para los hombres de buena voluntad en su compromiso por dar a la humanidad un futuro rico de esperanza".